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—Bueno, es hora de irnos —Luis se levanta tomando su mochila y la maleta de mano de Laura.

Hace una hora que estamos en el aeropuerto a la espera de que finalmente los llamen para su vuelo, Laura y yo nos ponemos de pie también. Luis me da un beso en la mejilla luego de prometerme que cuidara de mi amiga y de hacerme prometerle que cuidaré de mí y de su futuro sobrino, yo sonrío mientras asiento con mi cabeza.

—¿Vas a estar bien? —Laura me pregunta, en sus ojos puedo ver que está preocupada.

—Tranquila Lu, voy a estar bien —trato de tranquilizarla.

—Te llamaré todos los días. —ella se acerca y me abraza.

—No, no lo harás y si lo haces no voy a contestar —le digo sonriendo —tú ve y disfruta de tus vacaciones.

—Cuídate mucho Dani —susurra en mí oído, la aprieto un poco más a mí poco más a mí —Cuando vuelvas vamos a afrontar esto ¿ok? No te voy a dejar sola —dice separándose un poco de mí.

Asentí sin poder decir nada debido al nudo que se me había formado en la garganta. Laura me miró y sonrió antes de comenzar a caminar junto a Luis rumbo a la sala de abordaje.

Vi a mi amiga alejarse sintiendo un vacío en mi pecho.

Volvía casa del aeropuerto y en cuanto entré el silencio que reinaba por alguna razón hizo que mis alarmas se activaran.

—¿Mamá? —pregunté en voz alta esperando a que me respondiera para saber en dónde se encontraba, pero no tuve respuesta.

Caminé hacia la cocina pensando en que estaría ahí pero antes de acercarme pude ver a mis padres en la sala. Un frío me recorrió el cuerpo. Papá se encontraba sentado en el sillón individual con las piernas cruzadas y los brazos en cada uno de los reposabrazos del sillón, sostenía un vaso de licor en su mano derecha, mi madre estaba sentada en el sillón de al lado de mi padre, su vista estaba fija en sus manos las cuales descansaban sobre su regazo. Me acerqué a pasos lentos.

—¿En dónde estabas? —papá preguntó serio, su voz sonaba más dura de lo normal, sus ojos estaban fijos en mí, estaba enojado no había dudas, de lo que no estaba segura era de la razón.

—Fui... —tartamudeé nerviosa —fui a dejar... a Laura al aeropuerto —dije sin poder apartar mis ojos de él —le había avisado a mamá —mencioné dirigiéndome a ella para que lo confirmara, pero ella no se movió en lo absoluto.

Papá tomó el vaso en su mano y bebió su contenido antes de levantarse dejándolo sobre la mesita de centro, no llevaba saco y tenía arremangadas las mangas de su camisa, caminó hasta donde estaba yo de pie con una expresión seria, levantó un poco el mentón sin apartar sus ojos de los míos, su mirada me tenía completamente paralizada. No tuve tiempo de reaccionar antes de que la palma de su mano impactara sobre mi mejilla, mi rostro giro y el golpe me agarró tan de improviso que me hizo perder el equilibrio haciéndome caer al piso.

Llevé mi mano hacia mi mejilla la cual me ardía. Mis ojos se llenaron de lágrimas inmediatamente, miré a mi padre sin entender lo que estaba sucediendo.

—¡Me vas a decir en este momento ¿cuánto tiempo más pensabas seguir viéndonos la cara de idiotas a tu madre y a mí?! —habló fuertemente.

—Papá... —intenté hablar —no... no sé... de... de qué... hablas —mis sollozos se hicieron presentes.

—¡¿No sabes de qué hablo?! —cuestionó furioso —¡¿QUÉ CARAJOS SIGNIFICA ESTO DANIELA?! —me grito al momento que extendía un papel en mi dirección —¡HABLA! —no necesité verlo, sabía perfectamente lo que ese papel significaba, la prueba de mi culpabilidad estaba expuesta en su mano en lugar de estar al fondo del cajón de mi mesa de noche.

Una vida perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora