27.

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El inicio de la semana nos trae una nueva oleada de trabajo. Luego de despedir a su padre en la terminal, Poché y yo vamos a la cafetería ya que Sebastián había quedado de ir con uno de sus trabajadores para revisar el lugar y planear las remodelaciones que quiere hacer Poché. Durante el camino me comentó que también le gustaría poner un área de juegos para los niños así que ese sería otro tema que tratar con Sebastián.

Mientras ellos están ocupados con eso, Kim y yo nos dedicamos a nuestras cosas mientras la pongo al tanto de la visita que tuvimos.

—Me hubiera encantado poder ver a Juan Carlos —dice la rubia un poco triste al saber que el había tenido que regresar a su casa.

—Si, es una lástima que se haya tenido que ir tan pronto —concuerdo con Kim —a mí también me hubiera gustado que hubiera podido pasar más tiempo aquí, se ve que extraña mucho a sus hijas —le comento al recordar lo feliz que se veía con ellas.

—Creo que a la que más extraña es a Poché —dice ella —ya sabes que la testaruda esa sigue sin querer ir.

—Sí, es una pena. Pero creo que algún momento lo hará —comento esperanzada.

—Ojalá, ¿sabes? Extraño ir a la casa de la costa... —la rubia hace un pequeño puchero que me da risa —Cuando Poché y yo éramos más chicas, llevábamos a algunos amigos, hacíamos una fogata por las noches, jugábamos, cantábamos, platicábamos y eso... —me cuenta con emoción —su madre nos preparaba emparedados a todos y así nos pasábamos las horas. —suspira —Fueron buenos tiempo.

El recuerdo de Kim hace que mi cabeza imagine ese escenario, sé que Poché podría volver a ser la chica de la que todos me cuentan, pero hay una parte de ella que aún no se lo permite.

Luego de algunas horas Poché y Sebastián finalmente entran a la oficina cargando con varios bocetos y notas de lo que ha estado haciendo. Sebastián se acerca a Kim para darle un beso y Poché hace lo propio conmigo.

—¿Ya terminaron ustedes dos? —pregunta Kim.

—Ya, solo quedan pendientes algunos detalles y entonces podríamos empezar —confirma Sebastián —Dani, ¿cómo estás? —me pregunta mientras se acerca a mí y me saluda con un beso en la mejilla y un rápido abrazo —¿Qué tal esta pequeña?

—Estamos bien Sebas, gracias —digo sonriente —¿Y Emi? —pregunto por el pequeño, hace tiempo que no lo veo.

—Mis padres se lo llevaron de viaje, —responde él —es extraño no escucharlo y verlo correr por todas partes todo el tiempo. —agrega riendo.

—Pero lo hemos sabido aprovechar —agrega Kim haciéndonos reír a todos.

—Demasiada información para mis oídos —comenta Poché.

—Bueno, me tengo que ir al despacho para comenzar a trabajar en esto —Sebastián vuelve a besar a su mujer —Dani, me dio mucho gusto verte —dice dándome otro beso en la mejilla para despedirse.

—Cuídate mucho Sebas.

—Yo tengo que ir a clase, —comenta Poché —te veo en casa —me dice y yo asiento, me da un beso y se despide de Kim para luego salir junto con Sebastián.

Por la tarde cuando regreso a casa me encuentro a Valentina sentada en la sala mientras habla por teléfono, la saludo con la mano y le hago una señal de que iré arriba, ella asiente. Subo las escaleras y entro en la habitación que desde ayer comparto con Poché para poder cambiarme de ropa. Minutos después escucho que alguien toca a la puerta y Valentina la abre.

Una vida perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora