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Mi pierna se mueve incesantemente mientras permanezco sentada en una de las bancas de metal ubicadas en aquella sala de espera, mi vista permanece fija en el reloj colocado sobre la pared de enfrente observando como la manecilla del segundero avanza, mi mente sigue exactamente del mismo modo que lleva desde la tarde anterior... completamente en blanco.

Laura permanece en silencio mirando su teléfono sentada a mi lado mientras esperamos a que alguien me llame. Después de que le confesara todo lo que había sucedido con Alejandro hasta la forma en la que me encontró en el baño de la universidad, ha tratado de mantener la calma esperando que eso logre calmarme a mí, no quiere que nos anticipemos a nada hasta que según ella no estemos completamente seguras. Yo no le discuto, pero tampoco le confieso que no necesito más pruebas, sé perfectamente que mis sospechas son ciertas, no sé cómo explicárselo, simplemente lo sé, lo siento, estoy embarazada. Pero mi amiga sigue aferrada a aquella minúscula probabilidad de que la prueba haya fallado y es por eso que estamos aquí sentadas en la sala de espera del laboratorio.

—¿Daniela Calle? —volteo inmediatamente al escuchar a una mujer decir mi nombre, me pongo en pie y Laura me imita.

—Soy yo —le digo a la mujer quien nos observa.

—Por aquí por favor.

Miro a Laura quien asiente con su cabeza y me da un rápido abrazo.

—Ve Dani, aquí te espero —me dice al separarse de mí.

Asiento con mi cabeza y camino junto a la mujer por un pasillo hasta un pequeño cuarto, me indica que me siente en una de las sillas que hay dentro y me pide que me descubra mi brazo derecho. Hago lo que me pide mientras la observo sacar un pequeño frasco y una liga enorme de uno de los cajones del gabinete ubicado en una de las esquinas del cuarto. Coloca la liga alrededor de mi brazo por encima de codo y toma mi mano para extender mi brazo, da unos pequeños golpes sobre el dobles para provocar que las venas sobresalgan, un vez que lo ha conseguido me frota con un algodón con alcohol y saca una jeringa de su empaque, muy despacio introduce la aguja sobre una de mis venas, desata la liga y poco a poco observo como el recipiente se va llenando. Saca la aguja de mi brazo y coloca un algodón sobre el área indicándome que lo doble y espere hasta que deje de sangrar, me indica que los resultados estarán disponibles al día siguiente.

Le agradezco y sin más salgo del cuarto para regresar a dónde Laura me espera.

—¿Todo bien? —pregunta mi amiga en cuanto me ve acercarme.

—Sí —le respondo —pero necesito salir de aquí —tengo el estómago revuelto pero no sé si es por los nervios , el hecho de que no he comido nada o simplemente porque es uno de los síntomas más claros de mi condición.

—Vamos.

Caminamos de vuelta a su auto y subimos en él, Laura lo enciende y avanza. Ambas seguimos sin decir una palabra, conozco a mi amiga y sé que tiene mil dudas cruzando por su cabeza, pero sé que no me preguntará ni me presionará en nada hasta que yo hable o hasta que considere que es necesario y a decir verdad agradezco que en esos momentos opte por esperar porque simplemente no creo que sea capaz de responderle.

—Aún tenemos tiempo, ¿te parece que vayamos a desayunar algo? —Laura me pregunta una vez que ha estacionado el automóvil en su lugar en la universidad —Luis me mandó un mensaje preguntándome si ya habíamos llegado.

Miro a mi amiga de repente y por primera vez me pregunto si ella le habrá comentado algo a su novio. No es que no confíe en él, pero en estos momentos me aterra que alguien más lo sepa y sobre todo que de algún modo la noticia pueda llegar a mis padres.

Una vida perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora