LAS casas del campamento, como en todas las salitreras de la pampa, definían perfectamente las tres clases sociales imperantes: las casas de calamina de los obreros, las casas de adobe de los empleados y los lujosos chaleses de los gringos.
Nuestra casa era un barracón de calaminas aportilladas dividido en tres partes. La primera era la «pieza del living», como le llamaba la gente (aunque en la nuestra nunca hubo living). La segunda hacía de dormitorio, y la parte del fondo, de cocina y comedor. En el dormitorio cabían exactamente las tres camas de fierro forjado que teníamos. En una dormía mi padre, en la otra, mis tres hermanos más grandes, y en la tercera, mi hermano Marcelino y yo.
Yo para la cabecera, él para los pies.
De mayor a menor, los nombres de mis hermanos eran: Mariano, Mirto, Manuel y Marcelino. El mío es María Margarita. Como ya se habrán dado cuenta, mi padre tenía una fijación con los nombres que comenzaban con eme. Esto, según le oí contar una vez, desde que le cayó la chaucha que, además de él llamarse Medardo, su madre se llamaba Martina y su padre, Magno.
Ahora creo que la única razón por la que se casó con mi madre fue porque ella se llamaba María Magnolia. Pues no eran afines en nada, no se parecían en lo más mínimo. Eran como el aceite y el vinagre. Además, mi padre le llevaba una diferencia de edad de veinticinco años.
«Así se estilaba antes en el campo», le escuché decir una vez a ella, en un dejó de fastidio, cuando una vecina se mostró extrañada por el contraste de edades.
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La contadora de peliculas
Teen FictionLibro completo La contadora de películas es una novela del escritor chileno Hernán Rivera Letelier, publicada por primera vez el año 2009 y traducida a varios idiomas. Está relatada en primera persona y habla sobre la historia del cine en el Norte...