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COMO en casa el dinero
andaba a caballo y nosotros a pie,
cuando a la Oficina llegaba una
película que a mi padre —sólo por el
nombre del actor o de la actriz
principal— le parecía buena, se
juntaban las monedas una a una, lo
justo para un boleto, y me mandaban
a mí a verla.
Después, al llegar del cine,
tenía que contársela a la familia reunida en poleno en la pieza del living

La contadora de peliculas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora