CAPITULO 8.

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Yeon Jun se estremeció, apretó los antebrazos de su silla con fuerza, estaba a punto de correrse en la boquita de su esposo y no pensaba contenerse.

—Binnie —gimió, echando su cabeza hacia atrás cuando por fin eyaculó, llenando la cavidad oral del menor quien tragó gustoso la esencia salada.

Soo Bin jamás imaginó que escuchar gemir a su esposo sería algo placentero, mucho menos si era su nombre, pero contrario a eso, estuvo a punto de tener un orgasmo con tan sólo oír su nombre con esa ronca voz.

—Diablos, sigo malditamente caliente —se quejó aún jadeante, Soo Bin le sonrió y él en respuesta le ayudó a levantarse para sentarlo en su escritorio frente a él— veo que tu no te quedas atrás.

—¿Siempre tienes que avergonzarme, Hyung? —el menor se sonrojó, aunque ya debería estar acostumbrado al lengua suelta de su marido.

—Tú te avergüenzas solo, si por mí fuera, llevaría una erección orgullosamente por ti a todas partes.

—¡Hyung! —el nombrado soltó una carcajada antes de estirarse un poco para besar los labios ajenos.

—Anda, dejame probarte amor.

Yeon Jun besó de nuevo al rubio, mordisqueo el delgado cuello y sus expertas manos desabrocharon el cinto y abrieron los ajustados pantalones.

Soo Bin suspiró cuando la húmeda y caliente boca de Yeon Jun cubrió su pene por completo, sus manos fueron a parar en el escritorio para poder sostenerse, el mayor tenía una lengua muy habilidosa, si con solo besarlo provocaba que se corriera, con esa boca en su miembro lo llegaba a volver loco.

El pelinegro no perdía ningún detalle de su menor, quería sonreír, Soo Bin era sumamente sensible. Su lengua hizo presión en la uretra provocando un gritito que el rubio tuvo que silenciar con su mano, era gracioso que quisiera silenciar su placer cuando prácticamente todos en la empresa sabían lo que hacían cuando se encerraban en la oficina.

—Uuugh, ahhh... Hyung... —gemia bajito apretando sus puños y sus párpados, estaba a punto de correrse.

Yeon Jun aceleró el movimiento con su cabeza, giró la lengua alrededor del miembro y chupo con fuerza, apretó los bonitos muslos con sus manos, encajando los pulgares en la suave piel interna de estos causando que una corriente eléctrica estremeciera al menor antes de soltar un gemido más fuerte y descargar chorros de semen en la boca de su esposo quien seguía chupando sin permitirse desperdiciar una sola gota.

—¿Comiste piña? —se burló tratando de seguir molestando a su chico, Soo Bin suspiró sin evitar el bochorno.

—Eres un sucio —susurró, dejándose limpiar por su esposo, quien le pasaba toallitas húmedas por la piel.

Ambos se arreglaron las ropas, Yeon Jun se sentó y jaló al rubio para sentarlo en su regazo para seguir compartiendo tiernos y suaves besos.

—Te juro que voy a matarlo —murmuró el pelinegro recargando su frente en la ajena cuando fuertes toques se escucharon en su puerta.

Soo Bin hizo el ademán de bajarse de su regazo, cosa que él no permitió.

—Largo —ordenó molesto.

—Abreme Hyung, esperé a que terminaran para interrumpir, llevo una hora aquí —se quejó la voz del otro lado— Anda, es algo importante.

Yeon Jun suspiró, necesitaba mucha paciencia cuando de su hermano se trataba.

Soo Bin le dio un pico en los labios antes de levantarse para abrirle la puerta a su cuñado.

—Wow, Binnie, te miras renovado —se carcajó avergonzado al chico y dejando unas carpetas en el escritorio del mayor— me alegra que te desestresaras, esos son los documentos que me pediste, la junta directiva en Nueva York se pospuso, por lo que este fin estamos libres —Yeon Jun asintió con fastidio, viendo todas las carpetas que debía revisar y firmar— este sábado haremos una fiesta para Jung Woo, y no les estoy preguntando si pueden ir, tienen que ir.

—Oye, si vuelves a hacerle una fiesta por que ya puede comer solo o esas cosas, te golpearé, ¿sabes lo vergonzoso que será para mí sobrino cuando le cuenten que festejaron su primera ida al baño sólito?

—Cuando tengas hijos me entenderás —hablo con sabiduría— esta vez festejaremos el primer diente caído.

—¡Jung Woo tiene una ventanita! —Soo Bin se emocionó y llenó de ternura por su sobrino y ahijado.

—Así es, se mira diabeticamente lindo, en fin, ya me voy, compré nueva lencería para Kai y Beom, probablemente los estrene hoy ya que mamá fue por Jung Woo —Yeon Jun rodó los ojos y Soo Bin se sonrojó— nos vemos.

—Puedes regresar primero a casa, cielo, esto me tomará el resto del día.

—Esta bien, Hyung, iré a preparar la cena, me llamas cuando salgas para prepararte la tina —el rubio se acercó a su esposo para despedirse con un inocente beso— te veo en casa.

Yeon Jun estaba seguro que en ese momento tenía una sonrisa idiota, Soo Bin lo tenía demasiado consentido.

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MY MAN -YEONBINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora