Yeon Jun no creía en un ser celestial, y el bebé, porque no podía perderlos, no ahora que se encontraban tan felices.
Habían pasado dos horas desde que el rubio entró a urgencias, y durante ese tiempo nadie del servicio de salud se había dignado a darle una noticia.
Se encontraba como león enjaulado, caminando de un lado a otro; de vez en cuando tomaba asiento junto al señor Kim y ambos pedían por qué todo saliera bien.
El reloj marcó las 9 de la noche cuando el Dr. Kim salió del área de urgencias, Yeon Jun y el señor Kim corrieron hacia él enseguida.
—¿Cómo están ellos? —preguntó Yeon Jun con la voz temblorosa.
—¿Por qué no me acompañan para verlo? —preguntó el médico mientras caminaban rumbo al elevador— hemos hecho todo lo posible, se encuentran estables, pero delicados.
Yeon Jun apretó los labios, temía cualquier mala noticia que se le pudiera dar, los tres continuaron caminando por los pasillos.
—Su esposo aún se encuentra sedado, por lo que recomiendo que no hagan mucho ruido y lo dejen descansar —ambos asintieron y se adentraron a una de las habitaciones del hospital.
Un malestar se formó en el pecho de Yeon Jun al observar el delicado cuerpo de su esposo en la camilla, su rostro se encontraba sereno y su respiración calmada.
El pelinegro se acercó a Soo Bin para posar su mano sobre el hinchado vientre, unas pataditas le saludaron y él sólo sonrió con los ojos cristalizados, había tenido mucho miedo de perderlos.
—Lo dejaremos descansar por hoy, pero mañana a primera hora adelantarnos la cesárea —Yeon Jun volvió su vista llena de preocupación al médico— es muy riesgoso que el embarazo continúe, el cuerpo de Soo Bin se encuentra muy débil, la placenta no resistirá más y eso es sumamente dañino para el bebé, es mejor que nazca ahora.
—Pero, ¿no es muy pequeño aún? —preguntó el señor Kim mirando la pancita de su hijo.
—Lo es, necesitará estar un tiempo en la incubadora, ahí podrá desarrollarse de mejor manera y ambos correrán menos peligro.
Yeon Jun suspiró, antes de asentir hacia el doctor y sentarse junto a su esposo aún con su mano sobre el vientre.
El doctor Kim se despidió, su suegro lo hizo momentos después pues aún tenía que ir a la estación de policía para tratar el caso de su esposa. Yeon Jun se debatió un momento entre ir y no ir, pero no podía dejar a Soo Bin, por lo tanto se quedó. El señor Kim prometió mantenerlo informado.
Yeon Jun le mandó un mensaje a su hermano explicándole todo lo sucedido, salió por un café y cuando regresó a la habitación se encontró a su tierno esposo acariciando su propio vientre y llorando en silencio.
—¿Binnie? —preguntó al estar junto a él, Soo Bin se sobresaltó, había estado perdido en sus pensamientos y no notó cuando su esposo entró.
—Hyung —susurró con la voz entrecortada— ¿Cómo está Sung Hoon?
—Bien, ambos lo están —contestó el mayor besando la frente de su amor, todos sus miedos se fueron con sólo escuchar su dulce voz— pero adelantarán la cesárea, amor, tienes que seguir siendo fuerte.
—Lo siento tanto Hyung —se disculpó con dolor— siento no ser un buen doncel, siento no haber cuidado a nuestro bebé — Yeon Jun lo intentó interrumpir, sin embargo Soo Bin no se calmaba— yo realmente confiaba en ella, a pesar de todo, jamás creí que quisiera hacerme daño, yo... —y su voz se rompió culpa del llanto y los hipidos.
El pelinegro solo se sentó junto a él en la camilla y acarició sus cabellos con ternura mientras masajeaba con suavidad su vientre, tratando de calmarlo, besando su frente, esos bonitos ojos y los hermosos labios, repitiendo una y otra vez cuánto lo amaba y que no tenía culpa alguna de lo sucedido.
Y Yeon Jun nunca había odiado tanto a alguien como él repudio que comenzaba a sentir por la "madre" de su pequeño, dulce e inocente esposo.
Y Yeon Jun se había prometido proteger a su esposo hasta el fin de sus vidas. La mujer ya le había causado mucho daño al doncel. Era hora de que pagara tantos años de daños psicológicos.
Se aseguraría de que fuera así.
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MY MAN -YEONBIN
Fiksi PenggemarYeon Jun y Soo Bin cumplían cinco años juntos, años en los que su amor iba creciendo y su sexualidad se encontraba en el grado más alto del termómetro. Los treinta le habían caído de lo mejor al mayor, y es que cada año Soo Bin veía a su esposo más...