Capítulo 01

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Oscuridad. El sonido de las ratas y los sapos se cala en mis oídos, haciéndome en un ovillo sobre el colchón raído.
Siento algo enrrollarse en mi pie, es frío.
Sé lo que es, no es la primera vez que sucede. Sacudo mi pie con fuerza y la serpiente cae en el suelo.

Tiro de la manta desteñida y trato de cobijarme, aún sabiendo que no es lo suficientemente grande como para hacerlo.
Mis párpados pesan, el sueño se apodera de mí, pero no puedo caer, siguen buscando.

Una gota de agua cae sobre mi rostro, me pregunto por qué, si esta casucha tiene techo y por lo que había visto era resistente. Otra gota cae en el mismo sitio, no me queda más opción que ponerme de pie e ir hasta la otra esquina de la pequeña casa, si es que podía llamarse así, ni siquiera tenía divisiones.

Palpo en la mesita con polilla hasta encontrar un trozo de candela y unos cuantos fósforos.
La enciendo y arrastro mis pies descalzos por el suelo empolvado. Elevo la candela en la dirección donde creo que las gotas han caído y para mi suerte hay un agujero.

Dormía en el centro del piso, no me gustaba la idea de dormir cerca de las paredes, las ratas abundaban y saber que otra especie de animalillos andaban por los muros.
Muevo el colchón hacia abajo, dejando un espacio entre la pared y este.
Soplo la vela, extinguiendo el fuego y vuelvo acomodarme sobre el colchón.
Llevo la mano debajo de este y me aseguro por enésima vez que el cuchillo se encuentre allí.

Mi mejilla se sentía húmeda, eso me hizo despertar. La lluvia golpeaba el techo y de súbito me doy cuenta de que el colchón está mojado por causa de esta. Coloco una mano en el suelo y confirmo que el cuarto se está inundando. Al menos el suelo ya no está empolvado, pensé.

¿Qué opciones tenía? No podía subir al techo, no sabría arreglar la gotera y si lo hubiera sabido, pescaría un resfriado con más rapidez. No tenía ningún objeto o material para obstruir el paso del agua desde aquí. ¿Qué opciones tenía? volví a pensar, y lo único que se le ocurrió a mi brillante cerebro fue abrir la puerta de madera podrida para que el agua trascurriera, eso si podía abrir la puerta ya que se atascaba a menudo.

Lo hice, con dificultades y rogué al cielo que a nadie se le ocurriera acercarse a este rancho. Lo dudaba, estaba algo alejado de las otras casas y ¿quién en su sano juicio andaría en medio de la madrugada por la carretera? mucho menos pensarían que alguien dormiría en una casa vieja.

Me sumerjo en mis pensamientos, pensé en mi vida antes de esto y como sería después, quiero creer que habrá un después, no quiero esta vida miserable.
Hice todo lo que podía para no caer en el sueño, pero me venció, como cada noche.



Nieve y obsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora