Siento que mis pies están pegados al suelo y no puedo avanzar. El gato salta de mis brazos y cae sobre la nieve.
El príncipe se gira, supongo que percibió que alguien lo acechaba, y se queda desconcertado.— ¿Kalina? —abro la boca pero ninguna palabra sale—. ¿Está bien, está pálida?
— ¿Qué edad tiene? —el príncipe me observa con confusión.
— Esa no es la clase de preguntas que se le hace a un príncipe.
Llevo mis manos temblorosas a las agujetas del corset e inicio a desatarlas.
— ¿Se ha vuelto loca? —pregunta nervioso.
Me giro, con una mano en mi pecho para mantener el corset.
— Mire —declaro al señalar la mancha que tengo en la espalda.
— No voy a mirar —su rostro está sonrojado y observa para todos lados, para asegurarse que estamos solos.
— Mire —repito.
Gira su rostro con lentitud y recorre con sus ojos verdes mi espalda.
Se enfoca en mi dedo y lo que estoy señalando. Ahora el pálido es él.— Por eso su cabello es tan similar al mío.
Lo detallo, tiene la nariz respingada, mi nariz. La nariz de mi madre.
Apreta la mandíbula y me mira a los ojos.
Un efímero sentimiento de decepción se acumula en mi pecho.— Somos hermanos —pronuncia—. ¿Soy hermano de una campesina?
No puede ser cierto.
Pero no lo culpo, en las juntas solo nos reunimos los hijos para reemplazar a algunos de nuestros padres y yo solo una vez lo he hecho, lo suficiente para no ser recordada.
— Princesa Anniken de Zoyet, Reino Norte —me inclino ligeramente.
— Eso explica lo que sabe —sus ojos se tornan irascibles, dejando la confusión de lado e inicia a caminar en tanto se pone la camisa de lino.
— ¿¡A dónde va!?
— Ella lo sabía.
¿Ella? La reina Eithne.
— ¡Espera! —exclamo, pero él no me escucha.
— Tú, no eres mi madre —declara con enojo al acercarse al trono de la reina.
— Te tardaste demasiado en descubrir lo que está a simple vista —se mofa.
— Pensé que era por mi linaje —expresa al señalar su cabello—. No tuve tiempo de pensar en suposiciones porque siempre te vi como mi madre.
— Me decepciona que tu hermanita tuviera que decírtelo, pensé que eras más brillante —menciona la reina con tono grotesco.
¿Hermanita?
— ¡Sabías que era la princesa desde que llegó aquí! Lo sabías, ¡y no dijiste nada!
— Por supuesto, me convenía mantenerte conmigo y que sigueras pensando que eras mi hijo.
— ¿Qué si llegaba a sentir algo por ella? —la reina suelta una risa sarcástica.
— ¿Iniciabas a sentirte atraído por tu hermanita? —chasquea la lengua—. Mal por tí.
Ignoro la oleada de emociones que me invade y aprieto los puños.
— ¿Por qué me permitió quedarme, sabiendo que podía exponer su secreto?
La reina Eithne se pone de pie. Su vestido púrpura con esmeraldas se desliza hasta tocar el suelo.
— ¿Qué tal si ninguno lo hubiera descubierto? Dejar al rey Vaden sin su primogénita... Sería una gran ventaja para mi reino; expandir mis tierras. Los hubiera dejado enamorarse.
— ¡Es una aberración! —expresa el príncipe y no puedo estar más de acuerdo.
— Lástima que la princesa resultó ser más lista que tú.
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Nieve y obsidiana
FantasyHuyó de su hogar al presenciar un asesinato. Ahora trata de sobrevivir con el agua de los arroyos y los animales que habitan en los bosques. Pronto cruzará los límites, desvelará secretos y creará alianzas. Todo con un solo objetivo.