Capítulo 06

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Encuentro una cueva al final del extenso campo. Ya está amaneciendo, así que con la tenue luz examino la cueva.
Solo sería un descanso, me dije.

Dejo que mi cuerpo exhausto se recueste sobre la piedra rojiza y que el gato se acueste sobre mis piernas. Empezaba a tener hambre pero no podía alimentarme aún. Empezaba a tener sueño, pero no podía dormir.

— Te llamaré Obsidian —el gato levanta la cabeza y brinca fuera de mis piernas—. ¿No te gusta? Tienes el pelaje tan negro como la obsidiana —me observa con esos ojos grises y ronronea.

— Asumo que es un sí.

Cuando mi cuerpo tiene energías de nuevo, camino lejos de la cueva y encuentro un riachuelo. Bebo de él y lavo mi rostro, el gato sumerge su patita pero la retira de inmediato.

— Está helada. 

Busco árboles que den frutos y encuentro un manzano. Deslizo mis pies de las botas, levanto mi vestido y cruzo el álgido riachuelo.
Tomo las únicas dos manzanas que hay en el árbol y recojo una de la tierra blanda.

— Esta es para tí —le digo a Obsidian cuando llego al otro lado.

Clavo las uñas en la manzana y hago trocitos para darle al gato.
Primero huele la manzana magullada y después muerde el trozo.

Me como las dos manzanas en pocas mordidas y bebo agua del arroyo una vez más. Me seco la boca con el dorso de la mano y me pongo en marcha.

No sé hacia donde voy, puedo ser una princesa pero sin mapa estoy perdida.
Literalmente.
En la distancia veo la cumbre de una montaña, es la más alta que he visto hasta ahora, eso significa que estoy al límite de mi reino.

¿Sería seguro seguir avanzando? Mi padre pudo haber advertido a los otros reinos. Pero si me mantengo dentro de mi zona podrían atraparme con facilidad.
Continúo avanzando escéptica y cuando me doy cuenta la colina está más cerca de mí. Pero no lo suficiente.

Veo el cielo teñirse de naranja bajo la sombra de un nogal. El viento cada vez se vuelve más helado, avisando la llegada del invierno. Cierro los ojos, esperando que la luna esta noche esté de mi lado.

Despierto al anochecer. Las sombras de los árboles se proyectan en el suelo, dando un aspecto fúnebre al bosque. La luna llena brilla en el cielo, sin estrellas que la acompañen.

Obsidian ronronea y persigue a un ratón que pasa por las raíces de un árbol. Mi estómago ruge así que dejo que la ligera iluminación me muestre mi próxima caza.
Pierdo el árbol de nogal, pero encuentro un conejo blanco, solo hace falta cocerlo y para eso necesito una cueva que pueda ocultar el humo.

Escucho el gato maullar lejos de mí. La oscuridad me envuelve, dejándome menos oportunidades para que lo encuentre.
Sigo los maullidos de Obsidian y está al lado de una cueva.

— Gato listo.

Podría haber un oso allí, pero decido tomar el riesgo. La cueva de piedra caliza es más grande de lo que aparenta. Las estalactitas formadas en el techo de la cueva y la profundidad de esta, me hace querer mantenerme cerca de la salida.

Me quedo en la cueva hasta el día siguiente. Con el estómago vacío de nuevo emprendo mi camino hacia el reino vecino.

Nieve y obsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora