— Tendremos que matar al oso —expresa Hawise con firmeza.
Matarlo
Recuerdo la sangre bañar el vestido de mi madre y me estremezco.
Pero lo sabía, había que matarlo. Era suficientemente veloz y aún mucho más tratándose de unos caballos asustados.El oso gruñe al percibir los relinchos de los caballos e inicia a acercarse.
— Debemos hacerlo ya —replica el general.
— ¡No tenemos un arco! —exclama un soldado.
— Esperaré que el oso se acerque y le clavaré la espada —menciona otro guardia.
Eso era riesgoso. Si tuviera un arco al menos haría tiempo. No era muy buena con ese artilugio, a pesar de tener buena puntería. Mi punto fuerte eran las espadas o cualquiera arma que tuviera hoja.
El cuchillo
Deslizo el cuchillo de mi bota, captando la atención de la guardia y lo desenvaino.
Si daba en su ojo, esperaba que fuera suficiente para huir. Sino daba a su ojo, estábamos muertos.— ¡Hazlo ya! —grita un soldado desde atrás.
Enfoco el ojo derecho del oso y levanto el brazo. Respiro y cuando el oso está dentro del radio, lanzo el cuchillo.
El sonido del oso derrumbándose espanta a las aves. Y yo me quedo inmóvil, observando su ojo sangrar.
— ¿Está... Muerto? —Hawise se aleja para acercarse al oso.
— No, despertará y muy molesto, por eso deberíamos huir —y extrae el puñal del ojo del oso.
La sangre carmesí fluye, haciendo un charco en la tierra y solo eso hace que mi estómago se revuelva.
Una última arcada llega a mi garganta y termino de expulsar todo lo que había comido en el día, y quizás hasta mis cesos.La bandera azul se distingue en el aire, cada vez faltaba menos para desplomarme sobre ese colchón de algodón.
Cruzamos las rejas y dejamos los caballos en el establo.
Me apresuro a ir a mi habitación pero choco con un cuerpo macizo, soltando un quejido por la punzada en mi espalda.— Presta atención campesina.
— Alteza —me inclino.
— ¿Qué tal la primera expedición? ¿Ya quiere renunciar?
— Su alteza —interrumpe Hawise, surgiendo detrás de mí— No solo es buena con las espadas, tiene una puntería excelente.
El príncipe enarca una ceja y de repente no tengo energía para estar allí, así que me escuso.
— Señorita, debería de ir a la enfermería.
— ¿Enfermería? —cuestiona el príncipe.
— Un oso... —es lo último que escucho, ya que sigo la sugerencia del general.
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Nieve y obsidiana
FantasyHuyó de su hogar al presenciar un asesinato. Ahora trata de sobrevivir con el agua de los arroyos y los animales que habitan en los bosques. Pronto cruzará los límites, desvelará secretos y creará alianzas. Todo con un solo objetivo.