Capítulo 11

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— ¿Es necesario que me lleve de esta manera?

No me había permitido darle explicaciones, tan solo llevó mis brazos a mi espalda, en una clase de llave y llevábamos quince minutos avanzando por el bosque. Pude haber intentado escapar, pero eso traería aún más problemas.

— ¿No sería mejor usar el caballo? —cuestioné al señalar al caballo café que se encontraba a su lado.

— ¿No sería mejor que guardara silencio?

— Esos no son los modales de un príncipe.

— ¿Y usted qué sabe sobre los modales de un príncipe?

— No hace falta ser un príncipe para tener buenos modales.

Quise decirle que era la princesa del Reino Norte, pero controlé mi ira. Después de todo, tendría que pedirle hospedaje en su palacio.
El gato camina a mi lado y el príncipe carga mi canasta.

— ¿Permitirá que le explique el por qué estoy en su reino? —sus ojos verdes se dirigieron a mí.

— Hasta llegar al palacio —expresa luego de unos segundos.

Una bandera azul se alza en cielo y respiro nerviosa al atravesar las rejas del palacio.
Su jardín era extenso, pero no como el nuestro. Las dalias sobresalían y los arbustos estaban siendo podados por los jardineros.
Las columnas del exterior eran de granito blanco y las puertas dobles de caoba.

Un sirviente se lleva al caballo y avanzamos hasta la sala principal del palacio.
En el fondo de la sala, en su trono, se encuentra la reina. La corona brilla sobre su cabello castaño y sus ojos me observan con incertidumbre.

El príncipe camina hasta su madre y se deja caer sobre su trono, desenfundando la espada plateada que no había notado.

— Reina Eithne de Kadin, Reino Sur —mira a su hijo y él suspira.

— Príncipe Loan de Kadin, Reino Sur.

— ¿Por qué invade nuestros territorios? —cuestiona la reina.

— Su majestad —hago una reverencia—, huí del Reino Norte.

— ¿Eso es todo? —cuestiona el príncipe.

— Mi padre asesinó a mi madre, por eso huí del reino.

— ¿Por qué escapar tan lejos? —replica el príncipe.

— No puede atraparme si piso otro reino.

— ¿Y qué busca en Kadin? —interroga esta vez la Reina.

— Alguna labor en el palacio —ambos se observan.

— ¿Qué podría hacer una campesina? —pregunta el príncipe.

— Puedo ser de utilidad —la sala se queda en silencio, hasta que la reina vuelve a hablar.

— Un punto por valentía —declara con una sonrisa burlona.

— Madre.

— Una semana de prueba, sino es de utilidad, regresará a su reino.

Nieve y obsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora