Capítulo 23

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Los guardias me observan con expresiones escépticas al llegar a las rejas del palacio de Xhiden, pero al presentarme cambian el semblante.

Este palacio es más aristocrático que el de Zoyet y Kadin. Las columnas son de piedra pulida y las puertas dobles de madera de amaranto.
Se llevan el caballo al establo y me mantengo con el gato entre brazos.

Del techo abovedado cuelgan candelabros; florecillas de cristal en forma de campana, y la cerámica blanca reluce bajo mis pies.
Hay cuatro tronos, uno de ellos vacío.
La reina es espléndida; luce un vestido escarlata con diminutos puntos de plata, semejando a escarcha. Una capa color cenizo alrededor de sus hombros, cayendo hasta el suelo. Sus ojos grises resaltan por el color del vestido, y su cabello marrón claro va recogido en trenzas; sobre su cabeza una corona de diamantes, al igual que sus pendientes y su gargantilla.

A su lado, el rey. Me observa fijamente; la negrura de sus ojos me intimida. Su cabello es del mismo color. Su túnica es roja y sobre sus hombros lleva un manto de pelaje de zorro, demasiado rimbombante.

El siguiente es el trono vacío y junto a él, la princesa. Su vestido es aguamarina y brilla, recordándome a un lago en pleno atardecer.
Tiene los ojos insondables de su padre y el cabello de su madre; cae hasta su cintura, con una tiara dorada de esmeraldas. Sus dedos etéreos llenos de anillos plateados.

— Princesa Anniken de Zoyet, Reino Norte —hago una reverencia.

— Reina Athenys de Xhiden, Reino Sur.

— Rey Wyatt de Xhiden.

— Princesa Ayzel de Xhiden.

Los tres presentes miran al trono vacío. En sus ojos se refleja la ira, la impotencia y la aflicción.

Obsidian salta de mis manos y se lanza al trono vacío. Se queda sentado inmóvil, mirando hacia el frente. Su cola se menea de un lado a otro. Logrando sacarle una sonrisa a la princesa Ayzel.
Me avergüenzo y lo llamo, pero me ignora.

— La están buscando, alteza —declara el rey, desviando mi mirada hacia él.

— Eso lo sé su majestad.

— ¿Por qué se presenta ante la corte? —cuestiona la reina. Doy un paso al frente, tratando de lucir impávida ante esos ojos amenazadores.

— Mi padre, asesinó a mi madre —decirlo en voz alta es como quitarme un peso de encima. Aunque de todas maneras sigue doliendo.

— ¿El rey Vaden asesinó a su propia esposa? —interroga el rey, por lo cual asiento.

Que lento corren algunos chismes en Ocranta.

— Mi padre derrocó al rey Hassan, tuvo un amorío con mi madre... —vacilo—. El príncipe Loan es mi hermano.

— Ya veo —responde el rey acariciando su mentón.

— ¿Qué ofrece a cambio, alteza? —pregunta la reina.

— ¡Madre! Ten algo de simpatía.

— He pasado muchas situaciones, un poco de apatía no es nada —dejo en claro.

— Adelante, habla —replica la reina Athenys con ansias.

— Sus majestades y alteza, me ofrezco para la búsqueda del príncipe.

— Es lista —susurra la princesa lo suficientemente alto como para oírla. Observa a su madre con una ligera sonrisa.

La sala queda en mutismo y hago una mueca al sentir una punzada en el brazo.

— Además de lista, parece transparente...
Bienvenida, princesa Anniken de Zoyet a nuestro palacio.







Nieve y obsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora