Capítulo 14

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Golpean la puerta con los nudillos pero tengo tanto sueño que lo ignoro.

— ¡Señorita! —gritan detrás de la puerta. Así que perezosamente me arrastro hacia ella.

Una chica pelirroja y pecosa es quien espera en la puerta. Sonríe tímidamente y me extiende dos vestidos.

— El príncipe pidió traer esto para usted.

— Gracias —asiente y cierro la puerta cuando se marcha.

Un vestido negro de terciopelo, con piedras rojas bordadas al final de las mangas. El otro vestido es de lino, blanco y con un corset ajustado.

Coloco el vestido aterciopelado en el guardarropa, junto al vestido de lana que Agnes me había dado, y dejo sobre la cama el de lino.

Aún seguía ocultando el cuchillo en mi bota, así que luego de atar el corset, metí la hoja en el zapato marrón y salí de la habitación con Obsidian siguiéndome.

Entro al elegante comedor y tomo una bandeja en la que sirven mi alimento. Los guardias reales tenían una mesa solo para ellos, así que ese era mi lugar ahora. Todos estaban allí, menos el general.

Abandono el comedor al acabar mi comida y camino hasta la zona de adiestramiento. Y como lo supuse, el general estaba allí, debió de comer antes que los demás.

— Kalina —menciona Hawise al verme.

Cuando el príncipe y él preguntaron mi nombre, puse a mi cerebro a trabajar a máxima velocidad y el primer nombre que apareció en mi mente fue ese. Creo que lo había escuchado de alguna pueblerina en Zoyet.

— Hawise.

Habíamos acordado que hoy no iba a entrenar, iba a limitarme a observar las funciones de la guardia. Eso ya lo sabía, pero claro, no podía decirlo.
Así que avancé y me desplomé sobre un bloque de paja.

Intenté mantenerme quieta, pero un soldado sostenía con mala posición la espada. Probablemente fuera nuevo, supongo que además del rey, murieron guardias. Así que salto del bloque de paja y me encamino sin ningún permiso hacia él.

— Primero tiene que relajar los hombros. Pies paralelos, espada recta y rodillas levemente flexionadas —el joven arremete contra el saco y lo desgarra.

Cuando volví a observar a Hawise, el príncipe se encontraba con él. Regreso al pajar, consciente de que me habían visto y observo a los demás guardias.

El príncipe no tarda en acercarse, ahora estaba junto a mi bloque de paja.
Observo su perfil con una mirada de soslayo. Su nariz es fina y un mechón de su cabello se había pegado a su frente.

— ¿De dónde ha aprendido a luchar? —pregunta sobresaltándome.

— Mi padre... me enseñó de pequeña. Le gustaba la idea de que supiera cuidarme.

Y no era falso del todo. Solo que lo aprendí porque cualquier princesa tenía que hacerlo. Y fue Zeev quien me instruyó.

El príncipe asintió, bajó su mirada hacia mi corset y luego se marchó sin decir nada más.


Nieve y obsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora