En una olla, lanzamos los dientes de ajo, la pluma del águila, los pétalos de prímula, una pizca de sal, un trozo de manzana descompuesta y el dedo del general.
Una sustancia espesa y rojiza se forma en la olla. Levanto el cucharón y una arcada se forma en mi garganta.
Vomito en un cubo metálico que se halla cerca y la princesa Ayzel ocupa mi puesto.— No le gusta la sangre.
— ¿A usted sí? —suelto una risita áspera.
— Hay algo más, alteza.
— Se lo diré si deja de llamarme "alteza".
— De acuerdo. Tampoco tú —sonrío y el leve recuerdo de mi hermano Loan, nubla mi mente.
— Les dije que mi padre asesinó a mi madre pero, no que lo presencié —la princesa parece querer interrumpirme pero no lo permito—. Caminaba hacia la sala de los tronos, una discusión me hizo ocultarme pero seguí mirando. De repente mi padre sacaba su daga y la clavaba en el pecho de mi madre. La sangre caía, manchando su vestido, manchando el suelo. Quise ir con ella pero temía. Entonces huí, como una cobarde —la princesa se había acercado a mí y tenía mis manos presionadas.
— Quizá fue cobarde pero ¿quién no habría huído? Hasta yo lo habría hecho.
— Tú —se siente diferente llamarla así, pero cálido— tú no lo hubieras hecho —suspira y soltando mis manos, se inclina sobre la mesa, a mi lado.
— No te culpes por eso Anniken. La culpa es de tu padre, por asesinar a tu madre, por crear en tí temor y desconfianza.
Aunque quisieras olvidarlo, no podrías, pero ten presente que los malos recuerdos nos fortalecen.Limpio mis lágrimas justo antes de que Howell atraviese la cocina. No le agradecí a la princesa, pero lo haría después.
— ¿Qué tal su dedo general? —cuestiono. Ayzel continúa mezclando la sustancia.
— ¿Qué dedo, alteza?
— No sé como puede hacer bromas de algo así, Howell —pronuncia la princesa.
— Alteza Ayzel, sin bromas sería aburrido.
— Aveces prefiero que sea aburrido —el general me sonríe y la princesa refunfuña.
La sustancia carmesí está lista. No hay rastros de plumas, ni dedos, solo todo disuelto.
El gato negro entra por una ventana de la cocina y camina sobre los muebles. Lo espanto o eso intento, ya que cae al suelo e inicia a chupar sus patas.— La reina Athenys requiere su presencia alteza —declara un sirviente. Ayzel camina y como general de la guardia real, Howell la sigue. Dejándome a mi a cargo de la poción.
Busco algún recipiente en los cajones de un mueble de abeto, pero no hay nada. Así que me deslizo hacia los cajones altos del mueble contiguo. Tomo un frasco de cristal y lo coloco sobre la mesa, abierto.
Con un grueso pañuelo tomo la olla e inicio a vertir la sustancia en el frasco. Lo sello pero aún queda algo de poción en la olla.Rebusco en los muebles pero parece que no hay frascos. Me dirijo al otro extremo de la cocina y abro las puertecillas del mueble. Vislumbro un frasco al final de las hileras de recipientes y artilugios. Camino hacia el lavabo; tiene tanto polvo que parece no lo han lavado en años.
Me pregunto que cuestión tomará tanto tiempo. Llevo el frasco a la mesa y vacío lo restante de la poción, pero me doy cuenta que dejé la tapa en el lavabo. Tomo la tapa pero ahora el gato está sobre la mesa, así que trato de espantarlo. El temor de que rompa alguno de esos recipientes de cristal se filtra en mi mente.
— ¡Chú! Vete Obsidian —el gato está junto al frasco destapado.
Me observa con esos ojos grises y cuando comprendo que quiere probarlo me acerco con rapidez. El gato cae al suelo una vez más, pero ahora solo la mitad de esa poción se encontraba en el frasco.
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Nieve y obsidiana
FantasyHuyó de su hogar al presenciar un asesinato. Ahora trata de sobrevivir con el agua de los arroyos y los animales que habitan en los bosques. Pronto cruzará los límites, desvelará secretos y creará alianzas. Todo con un solo objetivo.