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Lunes

22 de noviembre


Al día siguiente, desperté con una extraña sensación en el aire. Después de ir al lavabo para lavarme la cara, fui a la cocina a prepararme el desayuno. Mientras lo hacía, noté que algo estaba fuera de lugar en la sala de estar. Me asomé y vi que el sofá donde Oliver había estado durmiendo estaba vacío, pero sus pertenencias seguían allí. Me pregunté dónde había ido y por qué se había ido sin decir una palabra. Posiblemente había ido a comprar, o a su casa ya que eran las once de la mañana. Pero no me había dejado ninguna nota ni ningún mensaje. Me pareció extraño, pero no le di mucha importancia.

Mientras comía mi desayuno, esperaba a Oliver. Pero pasaban los minutos y la puerta no se abría. Así que decidí mandarle un mensaje de texto. Él era una persona que respondía rápido a los mensajes, pero está vez, no.

Cada vez me iba poniendo más nerviosa. Más preguntas iban apareciendo por mí cabeza.

¿Estaba bien? ¿Qué le había pasado?

Pero no las sabía responder.

Seguían pasando más minutos, incluso horas, y no me había leído el mensaje, así que decidí llamarlo. Saltaba el buzón.

No había forma de contactar con él, y eso era raro. Estuve pensando que podía hacer, pero no sé me ocurría nada hasta que miré hacia arriba. Un objeto iluminó mi vista. La cámara de seguridad.

Era consciente de que no estaba bien lo que iba a hacer, porque podía ver cosas que no me iban a gustar, pero era eso o nada.

Recorrí el pasillo en dirección a una habitación donde guardaba los trastos de limpieza y las cámaras de seguridad. Cuando entré me dirigí a la silla de madera que se encontraba delante de la pantalla de videovigilancia. Me senté y empecé a buscar por horas. Primero a las doce de la noche. Nada, estaba durmiendo en el sofá. Después a la una. Lo mismo que antes. Continué con las dos de la mañana. Ya no dormía boca abajo si no que se cambió de posición, de lado. Tampoco había nada relevante. Al ver que no salía nada, fui directamente a las cinco de la mañana. Allí sí que captó movimiento la cámara. Pero no en el salón donde él dormía, si no en la entrada. Cambié la tercera cámara por la primera que era la que daba a la puerta principal. No se veía nada hasta que pasaron unos segundos. Cuando vi algo lo paré.

Las cinco y diez minutos.

Un hombre encapuchado con una sudadera negra.

Un hombre que entraba en casa sin forzar la cerradura.

Un hombre que avanzaba por la casa.

Un hombre que buscaba a una persona en concreto.

Un hombre que buscaba a Oliver.

Cuando lo detectó le puso una servilleta mojada ocupando su boca y nariz. Lo cogió de los hombros y salió de nuevo de mi casa sin hacer ruido.

Se lo llevó él. Le secuestró ese hombre.

El hombre de negro. 

Secretos OcultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora