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Viernes

26 de noviembre


Estábamos sentados en unas sillas, esperando a que nos hicieran la denuncia. La sala era grande, sillas rojas por todas partes, una recepción y dos puertas: una que abría un pasillo con salas para interrogar, para hacerte el DNI etc.; y otra en las que los policías hacían sus investigaciones, aparte de tener lavabo y una sala para descansar. O eso fue lo que me dijo Oliver, ya que era la comisaría a la que pertenecía.

La puerta que guardaba el pasillo se abrió y apareció Liam con las manos esposadas y un policía sujetándolas por detrás.

Empezó a mirar por la sala y nos vio. Los dos lo vimos. Mi pulso se aceleró al recordar que me quedé inconsciente por unos momentos a causa de su agresión. Leyéndome la mente Oliver me miró y me susurró con una mirada tranquilizadora :

—Tiene una orden de alejamiento contra ti. No puede hacerte nada. Y menos te hará algo estando yo presente. Además, estamos seguros.

Yo asentí ya que tenía razón, pero mis nervios se dispararon nuevamente cuando Liam se intentó acercar a nosotros torpemente porque la policía se lo impidió.

—Cuando salga de aquí, te voy a destrozar la vida —amenazó a Oliver dedicando una mirada asesina.

El hermano de Brandon no respondió así que lo hice yo por él.

—Vuelve a amenazarlo y no verás la calle jamás. —Me puse de pie por la impotencia que me dio, pero Oliver fue rápido e intentó calmarme agarrándome del brazo.

Liam al ver que salté por Oliver se calló.

—Señorita, compórtese por favor —me advirtió el policía.

La mano de Oliver se convirtió en un brazo que me rodeó el cuello e instantáneamente me calmé.

—Quedas en libertad con cargos. Tienes una orden de alejamiento contra ellos dos —dijo el policía mirándonos a nosotros—. Si la incumples, la celda te espera —sacó una llave del bolsillo y abrió las esposas dejando las manos de Liam sueltas.

—Mierda —susurró Oliver.

—No podemos hacer nada contra la ley —le espeté—. Juntos lo vamos a superar. Somos una torre construida de ladrillos, no nos pueden derrumbar. Tenemos pequeñas averías, pero somos más fuertes que el exterior.

Interrumpiendo mi frase, sonó por el altavoz una voz grave que nombraba nuestros nombres invitándonos a pasar a la sala nueve.

Nos levantamos y nos dirigimos a la sala mencionada. La puerta estaba abierta, así que entramos. Allí estaba un compañero de Oliver. Se encontraba sentado en una silla de piel. La habitación era espaciosa. Tenía un cuadro colgado en una pared, y el típico espejo que sale en las películas el cual por otra sala te observan.

—Adelante.

Él se levantó y fue a saludar a Oliver informalmente. Se dieron un choque de manos y se abrazaron. El agente encendió la cámara que tenía preparada en la mesa.

—Hola Andrea —me dio dos besos en la mejilla.— Me presento, soy John Caler.

—Hola John.

Él miró a Oliver curioso. Y aunque no preguntó nada supe lo que estaba pensando: ¿por qué le acompañaba?

John sonrió y nos señaló las sillas para que nos sentásemos.

—¿Qué os trae por aquí?

—Tengo una foto de mi posible secuestrador.

El compañero de Oliver se quedó sorprendido.

—Muéstramelas, por favor.

Oliver sacó el móvil del bolsillo de su pantalón Calvin Klein. Lo encendió y fue a la galería de imágenes para clicar en la primera foto. Giró el móvil para enseñarselo a John. Él inspeccionó la foto.

—No podemos hacer nada con esto. La ropa me la describisteis vosotros, pero en esta foto no se le ve la cara ni nada.

—Pero os podéis imaginar la altura y el peso.

—Sí, pero no nos servirá de mucho. Pero igualmente pásame la foto que la imprimiré.

—De acuerdo. Gracias.

Cuando terminó le pregunté sobre Brandon.

—No sé si os lo puedo decir o no...

—Es mi hermano y ella su mejor amiga. Además soy tu colega.

—Lo sé, pero no formas parte de este caso —Oliver le miró con cara de pena—. Bueno, quiero que de aquí no salga nada.

—Prometido —dijimos Oliver y yo a la vez sin darnos cuenta. Al decirlo a la vez nos miramos a los ojos; me dedicó una de sus tiernas sonrisas y yo no me pude resistir a devolvérsela. Automáticamente me dio su mano, y nos preparamos para lo que íbamos a escuchar.

—Le han hecho la autopsia y han encontrado que quien le quitó los ojos, lo hizo con sus propias manos. Pero no hay huellas, no hay pistas —John hizo una breve pausa—. Por más que buscamos no hay nada. El asesino sabe de esto. Estamos intentamos asociar personas con el tema, pero no nos cuadra. Nada de esto tiene sentido. 

Secretos OcultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora