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Lunes

12 de enero


Hay personas que dicen que cada día que pasa es una oportunidad para revivir, para borrar los malos recuerdos y dejar espacio a los nuevos que están por venir. Pero, ¿qué momentos buenos me esperan? Cada minuto que pasaba desde el instante que vi esa foto que me iba a cambiar la vida, sentía que mi vida estaba yendo a pique, empeorando por momentos. Los últimos meses que he vivido han sido los peores junto con los vividos en aquel momento en que perdí a mi madre. Eran dolores diferentes, pero los sentía igual de fuertes dentro de mi.

Hace doce días, justo antes de entrar en este nuevo año, pensé que mi vida iba a cambiar positivamente. Que todo lo malo vivido iba a ser reemplazado por lo bueno. Incluso Oliver me afirmó que este año que entraba en nuestras vidas íbamos a estar juntos, pasara lo que pasara, que guardaríamos nuestras sonrisas y abrazos. Ahora, si pienso en él, mi cuerpo siente una especie de traición y dolor mezclada con gotas de ira. Sigo sin asimilar que Oliver, un chico que aparentemente era el tipo ideal: caballero, amable, respetuoso, cariñoso...; tenía el poder de cambiar mis sentimientos hacia él convirtiéndolos en mis pesadillas. Cada hora que pasaba me arrepentía más de haber roto mi norma de no creer en el amor, un sentimiento que te acaba arrancando el corazón. Seguía pensando en cómo en menos de 24h podías sentir sentimientos que eran polos opuestos hacía una persona. Si me preguntabas hace dos días cuáles eran mis sentimientos por Oliver, te hubiera dicho que estaba enamorada hasta la médula; pero si me lo preguntas en este mismo instante, te diría que mi amor por él queda tan lejos como la oportunidad de volver con el que había sido mi gran amor. Recuerdo los momentos vividos con él, algo que solo el guionista de una novela romántica era capaz de escribir.

Él me enseñó lo que era el amor, y yo, fui su aprendiz.

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