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Miércoles

15 de diciembre


—Hola, señorita Sorni.

Abrí los ojos lentamente, sintiendo un destello de confusión mientras mi visión se aclaraba. La luz blanca del hospital me envolvió, y poco a poco me di cuenta de que estaba tumbada en una camilla. Mi corazón se aceleró y la ansiedad se apoderó de mí al notar la presencia de un policía de uniforme justo a mi lado.

Intenté recordar cómo llegué allí, pero mi mente estaba borrosa, como si estuviera luchando por juntar las piezas dispersas de un rompecabezas. La última imagen que tenía en mi mente era un destello de luces brillantes y luego... nada.

El policía, John Caler, me miró con una expresión seria y preocupada, y pude sentir la tensión en el aire. Mis pensamientos se aceleraron mientras intentaba encontrar respuestas a las preguntas que inundaban mi mente. ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué ha sucedido?

Mi voz salió temblorosa cuando finalmente logré articular una pregunta:

—¿Qué ha pasado?

El policía se acercó con calma y me explicó que me encontraron en el suelo de mi casa con un golpe en la cabeza y contusiones por el cuerpo. Su tono tranquilizador intentaba calmar mi inquietud, pero mi mente seguía luchando por asimilar la situación.

Y como si un rayo de recuerdos cayera en mí, todo lo que ocurrió el día anterior apareció en mi cabeza de una forma repentina.

—Señorita, venimos a preguntarle unas cuantas cosas sobre la anterior noche.

Asentí con la cabeza. El policía se sentó en una silla a escasos metros de mí. Entraron dos policías más, que se situaron a un lado de la pared, de pie. Uno sujetaba una libreta y el otro una grabadora.

—Si en algún momento se siente incómoda o desea no contestar, dígamelo —miró a sus compañeros y asintió—. ¿Liam llamó a la puerta de tu casa antes de lo ocurrido?

Asentí. Al obtener mi primera respuesta, un agente lo apuntó.

—Se saltó la orden de alejamiento —añadí sin mucha fuerza.

Apuntaron más cosas. El señor que aguantaba la grabadora cambió su expresión a una más dura.

—¿Por qué aparecieron allí Gabriel Cappellari, Vicent Capellari y Oliver Dubois?

Suspiré.

—Estaba en llamada con mi novio —me acordé que ellos no sabían nada—, Oliver, y entonces picaron a la puerta. Tenía un mal presentimiento y sin duda acerté. Allí estaba Liam... Me amenazó con haber destrozado su amistad con Oliver y su futuro. Lo que no entiendo es qué hacían allí Vicent y su hermano...

—De acuerdo. Con lo que nos ha dicho y los testimonios de los demás podremos sacar algo. Pero nos tendrá que acompañar a la comisaría, señorita. Le dan la baja hoy porque su herida en la cabeza no tiene riesgo, así que la llevaremos en diez minutos. Prepárese —John se levantó de la silla, y los dos que escuchaban de mientras que anotaban algo, guardaron sus utensilios y salieron de la habitación. No tenía nada que recoger así que me puse los zapatos y me quedé tumbada hasta que vino una enfermera y me dijo que podía irme.

Al levantarme me mareé pero fue cuestión de segundos volverme a recuperar.

Cuando abrí la puerta ví que los tres policías estaban esperando enfrente de la habitación. De pie y con una postura recta.

Por cada paso que daba notaba un dolor punzante en alguna parte del cuerpo pero aún así, me aguanté el dolor y caminé sin decir nada.

Me dirigieron hacía el coche de policías y siendo amables, o más bien cautelosos, me abrieron la puerta y esperaron a que entrara para luego subirse ellos. El conductor era John, el de la libreta el copiloto, y yo estaba detrás del copiloto junto al de la grabadora. Ninguno de ellos dos me dijeron su nombre.

Todo el trayecto estuvimos en silencio, lo que agradecí porque lo necesitaba cuando estaba nerviosa.

***

Cuando entré en la comisaría, mis ojos recorrieron rápidamente la habitación en busca de familiaridad. Y ahí estaban Oliver, y Vicent. Ambos se levantaron al instante al verme, pero no pude evitar notar la mirada celosa que Oliver le lanzó a Vicent.

—Los dos, sentaros —ordenó John mirándolos seriamente.

Le hicieron caso y se sentaron teniendo la mirada clavada en mí. Cuando unos de los policías apareció en la sala que estábamos con unos papeles en la mano y empezó a hablar, ellos cambiaron su mirada por la del agente.

—Oliver Dubois —empezó otro policía—, pagarás una sanción de mil dólares por agredir a Liam y a Gabriel. Le aviso que como se vuelva a meter en otra pelea, se quedará sin este trabajo. Sé que está de baja, pero queda avisado.

A él se le cambió la cara pero no dijo nada.

—Vicent Capellari —continuó el mismo—. Usted queda en libertad sin cargos ya que no intervino en el altercado.

—No es justo —susurró Oliver, cada vez levantando un poco más la voz—. No es justo. Yo la defendí. Defendí a Andrea.

Los policías no le hicieron caso y siguió anunciando.

—Gabriel Cappellari, pagará una multa de seiscientos dólares.

—Andrea Sorni —finalizó otro policía—. Quedas en libertad, y le podemos proporcionar seguridad las veinticuatro horas del día.

—Me parece bien, pero lo que quiero saber es lo que le pasará al idiota de Liam.

—Ha vuelto a ser encarcelado.

—¿Cuántos días? —interrumpió Oliver.

—Tres.

—¿Porque no lo encarceláis de por vida? —preguntó Vicent.

—No os paséis que era muy amigo mío. Tampoco se merece eso —añadió Gabriel.

—¿Desde cuándo eres amigo suyo?

—Hace tiempo. No sé. —dijo vacilante.

—Se merece la cárcel y la muerte. Intentó estrangularla hace tiempo y ahora la dejó inconsciente.

—Tranquilo ¿vale?

—¿Por eso apareciste en mi casa? —dije avanzando hacia él.

—Él me dijo que quedábamos en tu casa para tomar un café porque quería que me conocieras. Me mintió —se defendió.

Vicent y Oliver solo observaban nuestra conversación. Los policías hacían lo mismo. Pero al revelar eso, nos pidieron que nos fuéramos.

—Gracias, cualquier cosa os avisaremos —su voz era nerviosa

—Lleváis diciendo eso desde que desapareció Brandon. Pero no lo hacéis. Os tenemos que sacar nosotros la información —incluí.

—Prepararemos un equipo de policías para que vigile tu casa. Buen día.

Oliver, Gabriel y Vicent que estaban de espaldas a mí dirigiéndose a la puerta, se giraron al escuchar mi reproche.

—Andrea, vámonos —vino hacia mí Vicent que me cogió por los brazos y me acompañó hasta la calle.

Oliver vio la mano de Vicent, se puso a mi lado y me besó lo que hizo que Vicent se tuviera que soltar de mí.

—¿Vas a poder pagar la multa? —fue una pregunta tonta que se me salió porque ya sabía su respuesta.

—Con el dinero de mi padre sí. 

Secretos OcultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora