Almas robadas

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Gracias a los Santos, un fuerte viento había decidido hacer acto de presencia, por lo que Lola no tuvo que subirse al mástil para bombear las velas. Al sentir el viento revolverle el cabello, esta no podía evitar pensar en la tormenta que se avecinaría.

Nadie había dicho mucho después del tornado en el puerto. Después de que ella hubiera matado a Brum y a su séquito de drüskelle. Ni siquiera Matthias Helvar. Y Lola lo prefería así, porque ellos no tenían nada que decir al respecto a no ser que quisieran salir volando hasta el medio del océano.

En cuanto subieron a bordo, Matthias se encaró con Kuwei.

—¿Cuánto durará?

Kuwei hablaba algo de Kerch, pero Lola tuvo que traducirle varias palabras. Nina escuchaba distraída, mirando en todas direcciones. Le brillaban los ojos.

—Una hora, como mucho dos. Depende del tiempo que tarde su cuerpo en procesar la dosis que ha tomado.

—¿Y si la purga de su organismo?

—No funcionaría —intervino Kuwei—. Aunque pudiera sobreponerse a la compulsión para intentarlo, perdería la capacidad de extraer la parem de su organismo antes de terminar. Haría falta otro Corporalnik que hubiera tomado parem para conseguirlo.

—¿Qué va a pasar con Nina? —preguntó Wylan.

—Ya lo has visto antes —replicó Matthias con amargura—. Ya sabemos lo que le va a pasar.

Kaz se cruzó de brazos, con el torso todavía desnudo. Lola había tenido que hacer de todo su autocontrol para no observarlo con demasiado tiento.

—¿Qué será lo primero? —inquirió él.

—Calambres, escalofríos... Empezará como una enfermedad corriente —les explicó Kuwei—. Después experimentará hipersensibilidad, seguida de temblores y un ansia compulsiva.

Lola tradujo con preocupación todos los síntomas y pensó que debería haber sido ella quien se tomara la parem, pues así no sería Nina quien tuviera que pagar el precio de dicha droga solo por querer mantenerlos a todos con vida... Su amiga se había sacrificado de una forma inimaginable. Para los Grisha, que sus propios dones se convirtieran en su enemigo era tortuoso. Demasiado si le preguntaban a Lola.

—¿Tienes más parem? —preguntó Matthias.

—Sí.

—¿Suficiente hasta que lleguemos a Ketterdam?

—No quiero tomar más —protestó Nina.

—Tengo bastante para asegurarme de que no sufras —dijo Kuwei—. Pero si tomas una segunda dosis, ya no habrá vuelta atrás. —Miró a Matthias—. Esta es su única oportunidad. Es posible que su cuerpo consiga purgarla de manera natural, sin que la adicción llegue a asentarse.

—¿Y si no?

Kuwei extendió las manos, encogiéndose de hombros con una disculpa.

—Si no tiene la droga a mano se volverá loca. Y si la tiene su cuerpo empezará a consumirse. ¿Conocías la palabra parem? Así llamó mi padre a la droga. Significa «sin piedad».

Cuando Lola terminó de traducir, se hizo un largo silencio.

—No quiero seguir hablando de esto —dijo ella—. No va a cambiar lo que está a punto de ocurrir.

Se alejó hacia la proa y Matthias la observó.

—El agua escucha y comprende —murmuró Matthias entre dientes.

Lola e Inej buscaron a Rotty y le pidieron que trajera los abrigos de lana que Nina y ellas habían dejado en el barco al desembarcar en la costa del norte. Lola aceptaría cualquier excusa con tal pasar tiempo con su amiga morena después de casi morir, incluso si esa era buscar abrigos y retrasar el baño que tanto deseaba darse. Después se reunieron con Nina junto a la proa; estaba contemplando el mar.

𝑺𝒆𝒗𝒆𝒏 𝑶𝒇 𝑪𝒓𝒐𝒘𝒔 || 𝑲𝒂𝒛 𝑩𝒓𝒆𝒌𝒌𝒆𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora