Embarcarás hacia Ravka

87 8 0
                                    

CUANDO LOLA, NINA Y MATTHIAS INTERRUMPIERON en la tumba, Lola lo único que quería era tirarse en el suelo y dormir hasta el mes siguiente. Se había pasado la última hora de vuelta desde que encontraron el cartel en aquel edificio revisando cada dos por tres que nadie los seguía. Y al llegar al mausoleo lo primero que escuchó fue un bufido de exasperación por parte de Jesper.

—¿Podrías repetir la última parte? —estaba preguntando Kuwei, acercándose un poco más de la cuenta a Jesper.

—Chicas —dijo él—. ¿Podéis facilitar esta conversación?

—Gracias a los Santos —añadió Inej, alejándose de su trabajo en la mesa con Wylan y Kaz. Estaban montando la masa de cables y equipación que Kaz había robado del Cirkus Zirkoa.

Lola escaneó la sala con sus ojos, encontrándose con los tres Brown sentados en unas sillas y pegados a la esquina más lejana del grupo. Liam parecía estudiarla con recelo, sin embargo, sus ojos dejaban entrever un brillo de pena que a ella le rompió un poco más por dentro.

¿Cuántas veces se podía agrietar un corazón? ¿En cuantos trocitos se podía desguazar y deshilachar? Lola ya no estaba segura cuantas cenizas quedaban en su pecho, sin embargo, parecían seguir ardiendo como ascuas al fuego.

—¿Conseguisteis contactar con los refugiados? —preguntó Inej, haciéndoles un gesto a Lola y Nina para que se acercaran a la mesa y despejando un par de sitios para que se sentaran.

—Todo ha ido bien —respondió Nina—. Sin contar con las ventanas rotas y que casi nos fusilan.

Kaz levantó la mirada de la mesa de inmediato, lanzándole una ojeada a Lola.

«Estoy bien», le dijo ella sin emitir sonido alguno. Este asintió, con los ojos cafés oscurecidos.

—¿Grandes problemas en la Pequeña Ravka? —preguntó Jesper.

—Nada que no pudiésemos controlar —dijo Nina—. Por favor, dime que hay algo de comer.

—¿Tienes hambre? —inquirió Inej.

Todos miraron a Nina con los ojos muy abiertos. Ella hizo una reverencia.

—No será porque Zoya te haya llamado «gacha echada a perder», ¿cierto? —inquirió Lola con cautela.

Cuando Nina se irguió pareció ligeramente ofendida.

—Por supuesto que no. Y sí, sí, Nina Zenik tiene hambre. Ahora, ¿podría alguien darme de comer antes de que me vea obligada a cocinar a alguno de vosotros?

—No seas ridícula —replicó Jesper—. Tú no sabes cocinar.

Inej ya estaba rebuscando entre lo que le quedaba de sus provisiones, poniendo frente a Nina unas escasas porciones de bacalao en salazón, carne desecada y galletitas saladas rancias.

—¿Qué ocurrió en la taberna? —preguntó Kaz.

—Los refugiados están escondidos en la embajada —explicó Lola, tomando asiento en la silla de al lado suya—. Conocimos a su líder, Zoya Nayzalensky.

—Estarán esperando noticias nuestras —añadió Nina y se metió dos galletitas en la boca—. Esto está asqueroso.

—Más lento —dijo Matthias—. Vas a ahogarte.

—Merece la pena —aseguró ella, esforzándose por tragar.

—¿Por unas galletas?

—Estoy imaginando que es tarta. ¿Cuándo sale el barco?

—Hemos encontrado un cargamento de melaza dirigido a Os Kervo que se marcha a las once campanadas —respondió Inej—. Specht está trabajando en los documentos ahora.

𝑺𝒆𝒗𝒆𝒏 𝑶𝒇 𝑪𝒓𝒐𝒘𝒔 || 𝑲𝒂𝒛 𝑩𝒓𝒆𝒌𝒌𝒆𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora