𝑺𝒆𝒗𝒆𝒏 𝑶𝒇 𝑪𝒓𝒐𝒘𝒔 || 𝑲𝒂𝒛 𝑩𝒓𝒆𝒌𝒌𝒆𝒓

Vellgeluk

Mientras la goleta surcaba el mar a toda velocidad en dirección sur, la tripulación entera parecía estar velando a Nina. Todos hablaban quedo y caminaban sin hacer suido por la cubierta. Lola estaba tan preocupada por Nina como todos los demás (salvo Matthias, seguramente), pero le inquietaba aquel respetuoso silencio en el cual parecía que cada tripulante esperaba con antelación la muerte de su amiga.

«Lo soportará. Nina es fuerte», se decía Lola.

El Ferolind parecía un barco fantasma. Matthias estaba recluido con Nina y le había pedido ayuda a Wylan para cuidar de ella (aunque en realidad no era más que una excusa para poner en marcha su siguiente paso del plan).

Lola no había vuelto a ver a Kaz desde que entró a su camarote. Desde que habían hablado con parte de sus propias barreras bajas y las armaduras desenganchadas. Parecía que algo había cambiado entre ellos, como si el vínculo que llevaban creando desde hacía ya tres años y medio se estuviera reforzando y un sentimiento parecido al cariño reafirmado. Era extraño, Lola se sentía extraña de una manera maravillosamente expectante. Sin embargo, ahora era Jesper quien la acompañaba mientras ella leía sentada en el suelo. El chico se veía nervioso, moviendo erráticamente su pierna de arriba abajo. Ninguno habló mucho en su estancia en la cubierta hasta que apareció Inej, quien parecía haber descubierto una nueva fascinación sobre los temas náuticos. Poco después pasó casi todo el tiempo con Specht y Rotty, aprendiendo a atar nudos marineros y a manejar el velamen.

Lola, muy en el fondo, sabía que era más que probable que no llegaran vivos al viaje de vuelta; antes terminarían encarcelados en la Corte de Hielo o empalados en una pica (aunque no quisiera admitirlo). Y en el remoto caso de que lograran rescatar a Bo Yul-Bayur y regresar al Ferolind, daba por hecho que el viaje de vuelta a Ketterdam sería algo más animado (sobre todo por parte de Jesper, pero este no había abierto apenas la boca para nada y unas profundas ojeras le decoraban el rostro moreno). Lola no había previsto que los acorralaran en el puerto ni lo que Nina se vería obligada a hacer. Lo que hacía que una culpa horrorosa la carcomiera desde dentro, aunque supiera que aquella fue la única solución que lograría sacarlos de aquel aprieto con el suficiente éxito. Luego pensó en Brum... ese maldito bastardo... Estaba muerto. Nadie había hablado de ello aún, como si cada persona que había apreciado aquel momento en el que ella lo asesinaba a sangre fría no fuera más que un vago sueño. Pero, aun así, todos se mantenía alerta a su alrededor y el silencio permanecía, más que nada, porque todos sabían que si alguno se atrevía a abrir la boca se vería enfrentando la ira de Lola, la cual era bastante irascible cuando la Vendaval se hallaba lo suficientemente irritada. A nadie le hacía falta añadir más leña al fuego.

Frunció los labios ligeramente al sentir como Jesper se sentaba a su lado y lo miró de reojo durante un segundo. Parecía derrotado.

—¿Estás bien?

Jesper la miró y asintió, sin mucho interés. Pero Lola lo conocía lo suficiente como para saber que algo lo concomía por dentro. Y creía saber exactamente lo que era.

—También te sientes culpable, ¿no? —volvió a decir ella—. Por Nina.

Jesper suspiró, pasándose las manos con pesadez sobre el rostro.

—No debería ser ella quien pase por esto.

—Pero así ha sido. Y no podemos cambiarlo.

—Yo podría haber hecho algo.

—Jesper, eres Hacedor. Yo soy Vendaval. Por mucho que nos fastidie... Nina era la única que podía sacarnos victoriosos de esa situación.

El moreno esbozó una mueca desagradable.

—Aun así, podría haber hecho algo.

—No —Lola cerró de un golpe su libro y miró directamente a su amigo—. Lo único que puedes hacer es darle tu apoyo. Ahora mismo es lo único que debes hacer.