EN CUANTO EL reloj pasó las doce, Kaz se alisó el pelo y se enderezó la chaqueta. Era difícil de creer que una humilde rata de canal hubiera hecho un trato con un rey. Pensó en esa nariz rota que le daba al corsario el aspecto de alguien que había estado en unas cuantas peleas a puñetazos. Por lo que Kaz sabía, lo había hecho, pero tenían que haberlo transformado para disfrazar sus facciones. Era difícil pasar desapercibido cuando tu cara valía mucho dinero. Al final, con realeza o sin ella, Sturmhond tan solo era en realidad un gran estafador, y lo único que importaba era que él y su gente cumplieran su parte.
Kaz comprobó el reloj. Era pasada la media noche, más tarde de lo que le habría gustado, así que fue a buscar a Nina. Le sorprendió ver a Jesper esperando en el pasillo.
—¿Qué pasa? —preguntó, con la mente tratando de calcular al instante todas las cosas que podrían haber salido mal mientras dormía.
—Nada —respondió Jesper—. O nada más de lo habitual.
—Entonces, ¿qué quieres?
Jesper tragó saliva antes de responder.
—Matthias te dio parem restante, ¿verdad?
—¿Y?
—Si pasa algo... los shu estarán en la subasta, y tal vez los Kherguud. Muchas cosas dependen de este trabajo: no puedo decepcionar a mi padre otra vez. Necesito la parem como medida de seguridad.
Kaz lo examinó durante un largo momento.
—No.
—¿Por qué demonios no?
Era una pregunta razonable. Darle la parem habría sido la opción inteligente, la opción práctica.
—A tu padre le importas más tú que unas tierras.
—Pero...
—No voy a dejar que te conviertas en mártir, Jes. Si uno de nosotros cae, caemos todos.
—La decisión es mía.
—Y aun así, parece que soy yo el que decide.
Kaz se dirigió hacia el salón. No tenía intenciones de discutir con Jesper, sobre todo cuando estaba seguro del todo del por qué decía que no para empezar.
—¿Quién es Jordie?
Kaz se detuvo. Sabía que la pregunta llegaría, pero seguía siendo difícil oír que alguien pronunciara en voz alta el nombre de su hermano.
—Alguien en quien confiaba —miró hacia atrás, a los ojos grises de Jesper—. Alguien a quien no quería perder.
Encontró a Nina y Matthias dormidos en el sofá del salón púrpura. No tenía ni idea de por qué las dos personas más grandes del equipo habían elegido el lugar más pequeño para dormir, pero aquel pensamiento desapareció en cuanto captó el reflejo dorado de una melena castaña al lado del fuego.
Russell se encontraba dormida en uno de los sillones al lado de la chimenea encendida, sentada de lado, dejando sus piernas colgar por el brazo mullido y con un libro abierto sobre las rodillas. Parecía que al final había decidido hacer guardia, a pesar de todo el cansancio y que en un movimiento desesperado por no dormirse había agarrado el primer material de lectura que tuvo a su alcance. Obviamente no funcionó, nunca funcionaba. Siempre hacía lo mismo cuando el agotamiento la embargaba y siempre terminaba fallando.
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𝑺𝒆𝒗𝒆𝒏 𝑶𝒇 𝑪𝒓𝒐𝒘𝒔 || 𝑲𝒂𝒛 𝑩𝒓𝒆𝒌𝒌𝒆𝒓
FanfictionLola Swan, una genio del crimen que trabaja en una de las bandas más temidas por todo Ketterdam será reunida junto a un grupo de seis personas con las habilidades necesarias para entrar (y salir) de la Corte de Hielo, una fortaleza inexpugnable que...