LO PRIMERO QUE PENSO KAZ AL VER A Van Eck caminando hacia el puente Goedmedbridge fue: «Espero que no juegue a las cartas». Y lo segundo fue que alguien le había reventado la nariz al mercader hacía poco. La tenía torcida e hinchada y llevaba un ojo amoratado. Kaz sospechaba que un medik de la universidad se había ocupado de curársela lo mejor posible, pero sin un Sanador Grisha, era inviable ocultar una lesión como esa.
Van Eck procuraba mantener una expresión neutra, pero se estaba esforzando tanto por aparentar impasividad que su ancha frente estaba húmeda de sudor. Llevaba los hombros totalmente rígidos y sacaba pecho como si tuviese un corcel atado al esternón y alguien estuviera tirando de él desde el cielo. Caminaba por el Goedmedbridge con aire señorial, rodeado de guardias con libreas rojas y doradas. Eso sí que le sorprendía. Kaz había dado por hecho que Van Eck preferiría entrar en el Barril con la mayor discreción posible. Empezó a ponderar aquel nuevo dato.
Resultaba peligroso ignorar los detalles. A ningún hombre le gustaba que lo pusieran en evidencia, y a pesar de su paso solemne, el orgullo de Van Eck debía de estar en horas bajas. Los mercaderes se enorgullecían de su olfato para los negocios, de su habilidad estratégica para manipular a la gente y los mercados. Tenía que estar ansioso por recuperar una pizca de dignidad después de que un granuja miserable del Barril lo hubiera engañado.
Kaz observó los guardias una sola vez, rápidamente, buscando a Inej con la mirada. Iba encapuchada y apenas se la veía entre los fornidos hombres de Van Eck, pero Kaz habría reconocido esa postura afilada como un cuchillo en cualquier parte.
Durante un fugaz instante, Kaz y Van Eck se observaron mutuamente desde ambos extremos del puente, y tal y como él esperaba, el mercader no se mostró sorprendido al ver que Russell seguía con vida. Van Eck lo sabía desde hacía días, pues ella había tenido un pequeño encontronazo con la stadwatch al día siguiente de salir de Vellgeluk. Kaz no pudo evitar acordarse del encuentro tan parecido que habían tenido siete días antes. Había pensado demasiado en esa reunión. Por las noches, finalizando el trabajo de la jornada, se quedaba despierto, analizando cada momento. Una y otra vez, Kaz pensaba en aquellos segundos cruciales en los que había dejado que toda su atención se desviara hacia Russell, en lugar de mantener los ojos clavados en Van Eck. Ese muchacho había delatado su debilidad con una simple mirada, había perdido la guerra para ganar una sola batalla y al final, había puesto a su chica, a Inej y a todos en peligro.
También había pensado en los errores que había cometido Van Eck en Vellgeluk. El mercader había sido tan estúpido como para anunciar alto y claro que su precioso heredero se estaba fraguando en el seno de su nueva esposa, la jovencísima Alys Van Eck, con cabellos del color de la misma miel y manos gordezuelas. Le había podido el orgullo, pero también el odio que sentía por Wylan, el deseo de borrar a su hijo de los libros, como una empresa comercial malograda.
Observó de reojo a Russell, quien se mantenía a su lado, recta como una estatua, con ojos fríos y expresión impávida. La había visto inclinar la cabeza ligeramente hacia un lado para admirar la horda que se avecinaba sobre ellos, dejando al descubierto la piel pálida del cuello y ribeteada de pecas doradas. Kaz no había podido evitar fijarse momentáneamente en aquellas constelaciones que le recorrían el cuerpo y la noche antes del secuestro de Alys. Ese había sido el único momento donde no había pensado en nada más que en ella. Su atención tan clavada en su piel suave que parecía estar humectada en loción de miel y canela. Por una vez en su vida, los fantasmas de su pasado se mantuvieron lo suficientemente alejados para que Kaz pudiera realizar un acto tan humano como respirar. Pero desvió la mirada de Russell antes de que no pudiera apartarla. No volvería a cometer el mismo error. Sí, ella era su debilidad, pero también una de las fortalezas más grandes que poseía.
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𝑺𝒆𝒗𝒆𝒏 𝑶𝒇 𝑪𝒓𝒐𝒘𝒔 || 𝑲𝒂𝒛 𝑩𝒓𝒆𝒌𝒌𝒆𝒓
FanfictionLola Swan, una genio del crimen que trabaja en una de las bandas más temidas por todo Ketterdam será reunida junto a un grupo de seis personas con las habilidades necesarias para entrar (y salir) de la Corte de Hielo, una fortaleza inexpugnable que...