EL GOLPETEO METÁLICO que el techo de la celda hacía era tan irritante que Lola temió que sus oídos terminaran sangrando. Un miedo estúpido, teniendo en cuenta que aquello solo podía significar una cosa: estaban a punto de darle otra dosis de jurda parem.
Una risa estrangulada abandonó sus labios agrietados. Brum todavía no había tenido oportunidad de usarla para ninguna misión, sin embargo, la bata blanca y zarrapastrosa que llevaba estaba cubierta de manchas rojas por culpa de sus sesiones diarias de interrogatorios. Él quería sacarle información y fallaba en cada uno de los intentos que iniciaba.
Al menos ella todavía conservaba aquello: una pequeña parte de su fuerza de voluntad extinta.
Que irónica era la vida. Lola siempre había soñado con la libertad y ahora nunca la conseguiría. Siempre había soñado con la oscuridad de la noche y la luz de las estrellas y ahora solo veía un techo blanco nuclear que nunca llegaba a apagarse, que siempre se hallaba encendido por culpa de una luz antinatural. Sí, había soñado tanto que la esperanza terminó escurriéndose de entre sus dedos y ya no quedaba nada más que el recuerdo de todo lo que pudo tener y le arrebataron.
Ahora no era más que un títere para el Gobierno fjerdano, un fantasma, un alma sin cuerpo que solo ansiaba el poder que podía darle una droga letal.
Intentó moverse, pero el suelo parecía ejercer algún tipo de energía magnética para mantenerla en su sitio. El cuarto blanco había comenzado desde hacía varias semanas a ser una especie de tortura mental. Lola oía voces ajenas en su cabeza, veía personas que sabía que estaban muertas a su lado, como su banda. Habían muerto todos días después del intento de atraco, cuando activaron las alarmas del Protocolo Negro. Aquello fue su perdición. Kaz se había equivocado. Ella se había equivocado. Inej se había equivocado... y lo pagaron bien caro.
El pequeño ventilador incrustado al techo comenzó a girar y una espesa nube naranja bajó, esparciéndose por todos lados.
Lola inspiró hondo, dejándose llevar por la locura y rato más tarde masacrando ciudades ravkanas junto a los soldados fjerdanos todavía podía creer oler el aire intoxicado de Ketterdam.
Aquel era uno de sus tantos castigos.
♤ ♤ ♤
Las canciones que tocaban los músicos en el fondo del salón principal del Palacio Esmeralda eran llamativas, lentas en el sentido más contrario de la palabra y provocativas. Los hombres sentados en las mesas de apuestas disfrutaban de ellas, al igual que de las mujeres que alquilaban por un rato o por la noche entera. Los camareros iban de un lado a otro sirviendo copas y platos de comida. Tal vez por eso luego había tantos disturbios tanto en las calles como dentro del burdel; los hombres borrachos nunca auguraban nada bueno y eso Lola lo sabía de primera mano.
En un rincón del salón principal había un escenario delgado con barras tan altas que llegaban al techo. Enfrente la marea de sillas se hallaban todas ocupadas por hombres que se comían con los ojos los cuerpos que bailaban frente a ellos mientras bebían.
Lola le sonrió a un muchacho que no le quitaba los ojos de encima y dio una vuelta alrededor de la barra antes de ir bajando hasta el suelo al son de la música como guía. El muchacho la repasó varias veces con la mirada, mordiéndose el labio inferior.
Lola sabía por la atención que le daba lo que vendría después de su turno en la barra de baile y no le gustaba nada la idea.
Junto a Roselin se intercambiaron de barras dando una vuelta y golpeándose mutuamente en el trasero. El conjunto ajustado que ambas vestían dejaba tan poco a la imaginación que la cachetada le había picado un poco.
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𝑺𝒆𝒗𝒆𝒏 𝑶𝒇 𝑪𝒓𝒐𝒘𝒔 || 𝑲𝒂𝒛 𝑩𝒓𝒆𝒌𝒌𝒆𝒓
FanficLola Swan, una genio del crimen que trabaja en una de las bandas más temidas por todo Ketterdam será reunida junto a un grupo de seis personas con las habilidades necesarias para entrar (y salir) de la Corte de Hielo, una fortaleza inexpugnable que...