Segundo Prefacio

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Los dioses nunca habían sido participes de la vida humana más que en su creación. Les confirieron sus características físicas y algunos de los placeres con los que contaban como el libre albedrío, tomar sus propias decisiones sin importar si eran buenas o malas, aprender de las consecuencias que traían consigo sus acciones y más.

Pero, en aquella ocasión, después de observar cómo Cleopatra, debilitada, se reencarnaba en el cuerpo de otra fémina humana, la cual empezó a desarrollar de forma extraña genes vampíricos, decidieron hacer algo para impedir el trágico desenlace que la monarca del antiguo Egipto parecía estar condenada a sufrir siglo tras siglo hasta que llegara su fin.

La reina egipcia no era consciente de ello, pero sobre su cabeza pendía un contador que indicaba un blanco número ocho. Era el total de reencarnaciones que había tenido hasta ese momento, lo cual solo indicaba que le quedaban otras ocho más para que su alma se desvaneciera por completo. Los dioses eran los únicos al tanto de ese dato. Ni la mismísima Cleopatra sabía que, si mataban a la chica donde se reencarnara por decimosexta vez, ya no podría volver a la vida. Su contador llegaría a cero. Su alma perecería junto al cuerpo de la joven que hubiese sido seleccionada para ser su coraza.

Fue entonces cuando siete dioses, de diferentes culturas y etnias, se reunieron en el Olimpo, deseosos de cambiar el cruel destino de Cleopatra impuesto a manos de su gente. Ninguno de los dioses estaba feliz de que la reina hubiese creado una nueva raza, alterando así los planes que ellos tenían para la humanidad, pero los siete se habían apiadado de ella, viendo las inmensas ganas que tenía por seguir viviendo en cualquier cuerpo humano o vampiro que encontraba de su agrado.

Hefesto, Amaterasu, Njördr, Tlaltecuhtli, Ix Chel, Saturno y Morrigan fueron quienes se reunieron en aquel majestuoso lugar, cada uno representando a su gente y cultura.

Estuvieron varias horas tratando de dar con la forma de terminar la condena impuesta a Cleopatra. Finalmente, fue Saturno quien llegó a la solución. Escogieron a siete chicos, todos ellos vampiros, que compartían algo en común: ambos poseían dos colores en sus auras una de ellas era de la misma tonalidad: roja. Ellos se encargarían de encontrar a la reina y protegerla de cualquier mal que la asolara. Pero, obviamente, ese tipo de elección conllevaría un alto precio: cada vez que ella muriera, estos siete chicos lo harían también, reencarnándose en otros jóvenes que volverían a buscarla en sus siguientes vidas. Ellos compartirían la maldición de la diosa egipcia hasta que llegaran a su última vida, la decimosexta, donde tan solo ella moriría y los chicos quedarían libres de su deber.

Cuando los dioses hubieron elegido quienes serían sus bendecidos, cada uno de ellos le otorgó una porción de su poder, divinidad y personalidad.

Hefesto, dios griego, le otorgó al chico el poder de convertir su cuerpo en una especie de caparazón, resistente a cualquier tipo de ataque.

Amaterasu, diosa japonesa, le bendijo con la capacidad de volar tanto él como los objetos que él quisiera.

De parte de Njördr, dios nórdico, otorgó su capacidad para camuflarse, pudiendo así adoptar cualquier apariencia, al igual que un cambiaformas.

Tlaltecuhtli, dios azteca, le compartió su capacidad para predecir el futuro.

De Ix Chel, diosa maya, obtuvo el influjo sobre las maldiciones y conjuros existidos y por haber.

Saturno le confirió la habilidad sobre el tiempo y el espacio para teletransportarse.

Por último, Morrigan, diosa celta, le dio a su bendecido la capacidad de algunos animales de producir veneno, pero él la llevaría en su sangre.

Las vidas de los siete chicos, y de los siguientes en los cuales se reencarnarían, iban a cambiar desde ese momento. Pero, lo que los dioses no se esperaron fue que estos siete guerreros desarrollarían poderes extras.

Los muchachos tenían un propósito en la vida: encontrarse y formar lazos tan indestructibles que nada fuera capaz de separarlos. Tenían una misión encomendada que llevar a cabo: encontrar a las chicas en las que Cleopatra se reencarnaría y protegerlas de cualquiera que quisiera acabar con ella.

Se habían convertido en los protectores de la primera vampira.

La vampira Original.

Su reina.

𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃𝐁𝐎𝐔𝐍𝐃: 𝑺𝒉𝒂𝒅𝒐𝒘𝒔 𝒐𝒇 𝒕𝒉𝒆 𝒏𝒊𝒈𝒉𝒕  | ENHYPENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora