Scarlett
A veces, había días en los que era mejor no salir de la cama. Si me hubiese quedado durmiendo durante todo el día de ayer, los acontecimientos sucedidos no habrían tenido lugar. Nada de fresno en mi uniforme. Nada de dolor. Nada de agonía. Ni siquiera el infierno se habría desatado en mi interior.
Con una simple elección nada de todo aquello habría ocurrido.
Pero, estaba claro, que la vida estaba siendo cabrona conmigo. El universo seguía sacándose macabras cartas de debajo de la manga que solo conseguían provocarme sufrimiento. Desde luego, si el karma existía se estaba cebando de mala manera conmigo.
Sin haberlo querido, el domingo se repitió. Tumbada de nuevo sobre el cómodo colchón, dándole mimos a Bamba, quién había salido de su forma de tatuaje para hacerme algo de compañía. Todo parecía una copia al día anterior, solo que ayer fue por motivos muy diferentes. Alguien había tratado de herirme, si es que su propósito inicial no había sido matarme. Mi mente seguía sin poder comprenderlo. ¿A qué clase de vampiro enfermo se le ocurría usar fresno en un castillo lleno de su misma especie y a los que la única cosa que podía matarlos era este mismo material?
Tampoco lograba encontrar una explicación lógica al porque el fresno había terminado en mi ropa teniendo en cuenta el centenar de estudiantes que residían en esta misma academia.
Por suerte para mí, mis heridas habían cicatrizado a gran velocidad gracias a la bolsa de sangre que los chicos me habían conseguido. Pero, aún después de que el dolor desapareciera y cada centímetro de mi piel volviera a regenerarse, el rastro de las llamas que habían abrazado mi cuerpo todavía seguía presente. Ya no quemaba, pero los resquicios del fuego abrasando todo a mi paso seguía en mi interior, como un vil recordatorio de lo que sucedió.
Tal vez, incluso, existía la posibilidad de que esta sensación no fuera más que un simple efecto secundario que el fresno había provocado. Jamás en mi corta vida habían tratado de usar este tipo de madera contra mí, así que no estaba segura de sí mi hipótesis siquiera tenía sentido o ya se me estaba empezando a ir la cabeza. Pero, sinceramente, ¿quién seguiría en sus cabales cuando había tratado de asesinarlo dos veces?
Un profundo y largo suspiro escapó por mi boca en el momento en que sonaron tres golpes en mi puerta. Me levanté de la cama, teniendo cuidado al apartar a Bamba de encima de mí, y me acerqué hasta el enorme portón para abrir la cerradura con la llave que se encontraba incrustada en ella. Había sufrido dos intentos de homicidio, pero nadie entraría a mi habitación si yo me encontraba dentro de ella y podía evitarlo.
Encontré a Amelia al otro lado de la puerta, con una de sus grandes sonrisas iluminando su cara.
—Buenos días, Scarlett —le devolví el saludo—. Te he traído un nuevo uniforme para que puedas usar en la vuelta a clases.
Mi mirada se alternó entre el horroroso uniforme doblado que portaba entre sus manos y la gran sonrisa blanca que me estaba dando.
¿Vuelta a clases? Tan solo había estado ausente un día y por motivos que se escapaban de mis manos. ¿O acaso Amelia no vio ayer el estado en el que me encontraba cuando apareció junto con Keir? ¿Cómo podía siquiera sonreír de esa manera cuando alguien había intentado asesinar a una de sus alumnas? ¿Es que acaso mi vida no significaba nada para ninguno de estos profesores? ¿O es que los casos de homicidio con madera de fresno estaban a la orden del día en esta academia?
Viendo no que no hacía ademán de agarrar la ropa que me estaba tendiendo o que ni siquiera abría la boca para decir algo, Amelia volvió a intentarlo de nuevo.
—Tu uniforme —me lo tendió de nuevo y yo seguí sin moverme. ¿Qué o quién me aseguraba que no habían vuelto a impregnar el interior de las prendas con fresno? ¿Alguien me iba a prometer que no volvería a suceder lo mismo que el día anterior? No había hecho nada en contra de nadie y era imposible que alguien me odiara cuando apenas llevaba en este lugar una semana, así que, sin encontrar un motivo lógico por el que alguien quisiera acabar conmigo, estaba claro que no iba a confiar de buenas a primeras en nadie. Amelia pareció comprender por donde iban mis pensamientos cuando volvió a hablar—. Lo he sacado yo misma del almacén. Nadie lo ha tocado, me he asegurado de ello yo misma.
ESTÁS LEYENDO
𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃𝐁𝐎𝐔𝐍𝐃: 𝑺𝒉𝒂𝒅𝒐𝒘𝒔 𝒐𝒇 𝒕𝒉𝒆 𝒏𝒊𝒈𝒉𝒕 | ENHYPEN
FanfictionSiete dioses les encomendaron la misión de proteger a la vampira original, confiriéndoles poderes extras para llevarla a cabo. Se habían convertido en sus caballeros y llevarían a cabo su cometido. ⚜️⚜️⚜...