Capítulo 10

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Scarlett

Abrí los ojos sintiendo el calor del impacto del sol en mi cara. Daba gracias porque la leyenda que los humanos se habían inventado de nosotros, sobre que no podíamos caminar bajo la luz del sol porque si lo hacíamos nos desintegrábamos y convertíamos en cenizas, fuera falsa. De otra manera, en cuanto el sol se alzó por el horizonte yo habría pasado a ser tan solo una capa de polvo oscuro sobre la cama.

Me froté la cara con las manos mientras trataba de averiguar que hora podía ser.

Anoche, antes de dormir, revisé de nuevo los papeles que Amelia me había traído y que había dejado olvidados sobre mi escritorio. Mis clases no empezaban hasta el mediodía, por lo que no vi la necesidad de rebuscar en mi nuevo teléfono la aplicación que servía como despertador. Era una marmota en cuanto al tema de dormir se trataba, pero mi sueño llegaba hasta cierto punto y, normalmente, cuando llegaban las once mis ojos se abrían de forma automática.

Sin querer perder más tiempo remoloneando en la maravilla de cama con la que había sido bendecida, me levanté del colchón y me dirigí a la puerta contigua que daba a mi cuarto de baño personal (otro punto positivo que añadirle a esta academia). Me despojé de mi pijama, que consistía en una camisa holgada blanca y un pantalón de algodón de hombre. Tal vez la gente pensaría que era un conjunto de dormir atípico para una chica, pero era de lo más cómodo y práctico.

Me metí en la cabina de cristal y abrí el grifo del agua caliente. Esperé unos segundos a que se acondicionara la temperatura antes de posicionarme directamente debajo del chorro. Peiné todo mi pelo hacia atrás, apartándolo de mi cara.

Amaba tomar duchas calientes.

Era mi momento favorito del día.

Cerré los ojos y me relajé ante el continuo sonido del agua. Apoyé mi espalda contra el cristal de la ducha.

Perdí la noción del tiempo en esa postura.

No estaba segura de sí tan solo habían transcurrido un par de minutos o media hora. Mi mente se había alejado de la realidad, sumiéndome en una especie de trance relajante.

Abrí los ojos y utilicé las pastillas de jabón, que había colocadas sobre una pequeña bandeja metálica junto al grifo, frotando una de ellas por mi cuerpo y la otra por mi pelo. Una vez di por terminaba mi larga ducha, cerré el grifo y salí del cubículo. Agarré dos de las toallas que había guardadas en el armario debajo del lavamanos y me envolví con ellas.

Me adentré de nuevo a mi habitación, encaminándome hasta la pata derecha de la cama, donde todavía se encontraba apoyada mi mochila, y rebusqué en su interior la ropa interior que utilizaría hoy. Desde que había llegado, no había encontrado la ocasión de guardar todas mis pertenencias en el enorme armario.

Una vez terminé de ponerme las dos prendas que cubrían mis partes íntimas, me dirigí al ropero para agarrar el horrendo uniforme de la academia que nos obligaban a llevar. ¿Cómo podían los estudiantes llevarlo puesto todos los días sin rechistar? Cuando terminé de ponérmelo, sentí unas inmensas ganas de quitármelo y vestirme con mi ropa.

Definitivamente no me iba a acostumbrar a llevarlo.

Saqué el teléfono del lugar secreto y lo encendí. No estaba segura de porque seguía guardándolo cuando nadie iba a entrar a mi habitación. Amelia lo vio la noche anterior y tampoco pareció darle demasiada importancia. Ni siquiera se molestó en confiscármelo.

Los enormes números que indicaban la hora aparecieron en la pantalla. Eran las doce menos cuarto. Tenía quince minutos antes de que empezara la primera clase. Oculté de nuevo el dispositivo en el armario y me volví hacia mi escritorio para observar el horario. El día de hoy tenía historia vampírica, control de mentes e hipnotización, combate cuerpo a cuerpo y una de las asignaturas extras que Amelia había mencionado ayer.

𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃𝐁𝐎𝐔𝐍𝐃: 𝑺𝒉𝒂𝒅𝒐𝒘𝒔 𝒐𝒇 𝒕𝒉𝒆 𝒏𝒊𝒈𝒉𝒕  | ENHYPENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora