Capítulo 13

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Scarlett

Estaba claro que la vida se estaba comportando como una autentica cabrona conmigo. Nada me salía cómo lo tenía planeado. Ni el combate de esta mañana con Jay, ni el experimento explosivo en clase de química. ¿Por qué alguna fuerza sobrenatural se negaba a dejarme actuar como yo quería?

Todavía no podía creer lo que había sucedido en aquella última clase. Mi intención había sido crear una diminuta explosión controlada, o incluso una bomba fétida, pero, en su lugar, había terminado convirtiéndose en una monstruosa espuma que hizo explotar su prisión y saltó, tratando de corroer y quemar a su creadora, es decir, a mí.

La reacción de cualquier cuerpo ante un peligro inminente era tratar de cubrirse de cualquier forma para evitar daños mayores, y eso debió ser lo único en lo que pensó mi cerebro al envolver mis brazos alrededor de mi cabeza. Pero, aquella sustancia nunca cayó sobre mi como si fuera una cascada. Ni una sola gota había aterrizado sobre mí.

Desorientada por no saber cómo era aquello siquiera posible, bajé mis brazos y alcé mi cabeza, quedando totalmente perdida en los ojos negros de mi compañero. Fue como si estuviera cayendo al fondo de dos agujeros negros. Todo a mi alrededor se había distorsionado y lo único que veía era el color de la oscuridad.

Y, entonces, todo empezó a sumirse en eso mismo: en una pesadilla llena de gritos y dolor. Jungwon aulló mientras su piel se quemaba y desaparecía. Todo mi interior se revolvió debido a la agonía que él estaba sintiendo y que no merecía. Yo debía estar en su lugar. Tenía que haber sido yo quien estuviese sufriendo. Esa sustancia había sido creación mía y debió de haber caído sobre mí. ¿Por qué Jungwon se había metido por medio? ¿Por qué me había salvado?

Traté de responder a aquellas dos preguntas durante todo el tiempo que mis ojos estuvieron sobre él, observando todos y cada uno de sus movimientos sin saber que hacer para ayudarlo, para aliviar su martirio. Cada alarido que provenía de él era como el peso de una roca adhiriéndose en mi pecho. Y, aun cuando abandonó el aula después de lanzarme una última mirada que no supe interpretar, todavía seguí preocupada por él sin poder dar una respuesta a mis dudas al tiempo que otra nueva se formaba: ¿por qué, de repente, me importaba tanto Jungwon?

No entendía nada.

No conseguía encontrar soluciones que me hicieran entender lo que sentía.

Y eso me tenía demasiado estresada.

Mi mano formó un puño con el pelo de la parte posterior de mi cabeza y lo apreté, produciéndome una dolorosa, pero satisfactoria, sensación. Era una de las formas que había descubierto de aliviar mi ansiedad. La primera era soltarle un par de puñetazos a alguien, pero, lastimosamente, en estos instantes no tenía ningún adversario que los pudiera recibir. La otra manera era gritando y liberando toda mi frustración, pero, si pegaba un alarido en medio del pasillo entre el comedor y el hall que conducía al torreón norte, los estudiantes me categorizarían como loca (cosa que tampoco me importaba mucho, pero prefería mantener mi fachada de "persona que pasaba de todo en la vida y con la que era mejor no meterse").

Una vez en la sala común por la que se accedía a los dormitorios, y con la zona trasera de mi cabeza dolorida, saqué el mapa del castillo mientras mi otra mano sostenía la bolsa de sangre que uno de los profesores me había dado. Observé cada aula dibujada con líneas blancas sobre el oscuro fondo hasta que encontré la que tenía escrita la palabra "biblioteca".

Traté de memorizar el recorrido hasta allí y luego volví a guardar el papel en el bolsillo de mi pantalón de deporte. Suspiré pesada y sonoramente y entonces me dirigí por el pasillo a mi izquierda a cumplir con el castigo que me había sido asignado.

𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃𝐁𝐎𝐔𝐍𝐃: 𝑺𝒉𝒂𝒅𝒐𝒘𝒔 𝒐𝒇 𝒕𝒉𝒆 𝒏𝒊𝒈𝒉𝒕  | ENHYPENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora