Capítulo 2.

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—¿Sabes qué sería fantástico? —dije, lamiendo la cuchara plástica de entre mis dedos.

—¿Qué? —preguntó Abril, introduciendo su cuchara en mi helado.

—¡Oye! —chillé, golpeando su mano. Abril rio, metiendo mi helado de brownie en su boca.

—No pierdas el hilo de tu conversación, cariño. ¿Qué? —me incitó a continuar.

Yo suspiré, antes de decir —Sería fantástico poder comerme cuatro de estos sin vomitar.

Abril alzó una ceja, mientras lamía su cuchara. —Si pudieras comerte cuatro de estos sin vomitar, tendrías cuatro veces tu tamaño. —bromeo.

—Quien sabe, quizás algún día logre mi cometido y sea tan grande que no me quepa ropa extra, extra, extra grande. —dije, encogiéndome de hombros.

—¡Oh, mierda! —masculló Abril.

—¿Qué? es sólo una broma —dije, mirando su rostro pálido y horrorizado.

—No... —dijo mirando sobre mi hombro. — no vayas a mirar hacia atrás, Rachel. No lo hagas.

Mi corazón dio un vuelco dentro de mi pecho y traté de no entrar en pánico mientras miraba por encima de mi hombro.

Tom Kaulitz caminaba dentro de la cafetería. Mi corazón comenzó a latir a una velocidad antinatural. Había una cafetería por sector. Cuatro sectores en total y él tenía que elegir la cafetería del sector en el que yo estudiaba.
¿Acaso no podía ser peor todo esto?

Tom miro en dirección a nuestra mesa y sonrió, saludando a Abril con una mano alzada.

Ella le devolvió el gesto, pero lucía forzada. Tom me dedicó una rápida mirada y volvió su vista hacia donde él caminaba. Compró una lata de refresco y un sándwich. Yo no podía apartar la vista de él. Lucía tan familiar y al mismo tiempo, tan diferente.

—Deja de mirarlo, Rachel. Si no quieres que sepa quién eres, deja de mirarlo de esa forma. —me dijo Abril.

Desvié la vista un segundo y lo vi sentarse a pocas mesas de donde nosotras nos encontrábamos. Hundí la cuchara dentro de mi helado y me obligué a comerlo. Mi capacidad de comer helado se había reducido a casi nula. Hacía un par de minutos estaba alardeando acerca de comerme cuatro y ahora no podía tragar una sola cucharada.

De pronto, pude ver como una chica de cabello largo y rubio abrirse camino hacia la mesa de Tom. No pude evitar seguirla con la mirada. Era hermosa en todas las formas en las que yo no lo era. Alta, de cuerpo delgado del tipo "debería ser modelo", piel trigueña y perfecta, mirada seductora y labios pequeños. Todos los chicos que iban con Tom se quedaron mirándole como si fuera un trozo de la carne más deliciosa del mundo.

Tom apenas tuvo tiempo de alzar la vista cuando ella se inclinó sobre la mesa, hacia él. Tom le sonrió suavemente, de la forma en la que me había sonreído alguna vez. Ella estaba de espaldas a mí, pero podía ver todas las reacciones de Tom cuando ella le hablaba. Él sonrió, mostrando todos sus dientes y me sentí enferma, estúpida.

Tres meses y una chica como ella sería suficiente para que Tom Kaulitz se olvidara de mí.

Aparté mi vista de la escena, pero Abril seguía mirando fijamente.

—¡Wow! ¿A quién vas a matar con la mirada? —la voz de Georg me hizo pegar un salto del susto.

—¡Dios, Georg! ¡Casi me matas del jodido susto! —solté, mirándolo con irritación.

Georg sonrió y beso a Abril en la mejilla, sentándose a su lado.— Si la mirada de Abril matara, Tom y Stella ya estarían muertos.

Stella... Así que ese era su nombre.

Aunque puedas verme | tom kaulitz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora