Capítulo 37.

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Pasé el resto de la tarde con Abril en el local. Ella me ayudó a despachar a los clientes. Pusimos música, charlamos de todo y de nada. No tocamos el tema de Georg ni una sola vez después de aquella charla.

Tampoco fui capaz de preguntarle qué planeaba hacer. La conocía perfectamente y sabía que no sería capaz de terminar con la vida de su pequeño. Sin embargo, la idea de imaginarla como madre soltera enviaba una horrible sensación de dolor a mi pecho.

Tom entró al local con una sonrisa pintada en el rostro. Besó la mejilla de Abril y la abrazó con fuerza contra su pecho. Noto como mi amiga se tensó ante su gesto y entonces, escuché cómo él le murmuraba al oído—: El jodido hijo de puta tiene su merecido. Ya me he encargado de eso.

Mi boca se abrió con sorpresa y Abril se apartó de él para mirarlo a la cara.—¿Q-Qué? —dijo asombrada.

Tom sonrió con suficiencia.— Ya lo sabrás. —dijo guiñándole un ojo.

Luego la soltó suave y me sonrió radiante. Envolvió sus brazos en mi cintura, acercándome a su cuerpo y besó mis labios con fuerza. Enredé mis brazos en su cuello y me aparté de él para mirarlo a los ojos.— ¿Cómo está la mujer más hermosa del planeta entero? —el tono de su voz era meloso.

—Embarazada y con un idiota por ex novio. —bromeé.

Abril soltó una risita boba y se sentó en el banquillo que yo acababa de dejar libre y rodó los ojos al cielo.— Ustedes son tan cursis que podría vomitar —se burló.

Tom me abrazó más fuerte y rozó su nariz contra la mía con una sonrisa en el rostro. —Me importa una jodida mierda. La amo.

Sonreí ante sus palabras y lo besé suavemente en los labios.

—Como sea, los dejo hacer... Lo que sea que vayan a hacer. —dijo Abril y me volví entre los brazos de Tom, sólo para mirar cómo se levantaba y tomaba su bolso.

—¿No quieres, quedarte un rato más? —ofrecí.

—¿Con ustedes en plan romántico?, no gracias —hizo una fingida mueca de asco y reí—. Mejor paso.

Acompañamos a Abril hasta la entrada, no sin preguntarle si estaría bien. Ella accedió a llamarme si se sentía mal de cualquier modo y yo me quedé un poco más tranquila.

Tom y yo entramos al local de nuevo, el cual estaba vacío. Tom me acorraló contra la vitrina del mostrador, reí al sentir cómo empujaba mi cabello lejos de mi cuello, mordisqueando la piel sensible del área.

Una risa brotó de mi garganta y cerré mis ojos al sentir mi carne poniéndose de gallina. —¿Qué estás haciendo, Kaulitz? —me las arreglé para decir.

—Seduciéndote, ¿estoy mejorando? —tarareó contra la piel de mi hombro y un estremecimiento violento se disparó por mi cuerpo.

—D-Definitivamente si —susurré.

Alguien se aclaró la garganta y Tom se apartó de mí de golpe. Sentí el rubor subir a mis mejillas y corrí detrás del aparador. La señora que había entrado a la tienda nos miraba a Tom y a mí con expresión severa, pero él no paraba de sonreír y yo no podía sentirme más humillada.

La señora salió con sus compras y entonces, nos echamos a reír.

—Creo que esa no fue buena idea —masculló él, sin dejar de reír.

—Me parece que no —acordé sonriendo.

Tom me ayudó a cerrar el local y, cuando entramos a la casa, descubrí a mi madre luchando contra su cabello, intentando hacerse un moño sin mucho éxito.

—Déjame ayudarte —dije quitándole el cepillo de las manos.

Mi mamá dejó que le hiciera el moño rápidamente y a los pocos minutos llegó Simone. Ambas salieron de la casa, dejándonos a Tom y a mí completamente solos. Él no perdió tiempo y se abalanzó sobre mí en un beso urgente y apasionado.

Sus manos se enredaron en mi cintura, levantándome del suelo. Enredé mis piernas en sus caderas casi automáticamente mientras él nos llevaba hasta el sillón.

Me dejó caer de golpe y yo reí contra sus labios mientras sus manos exploraban la piel caliente de mis costados. Él enterró la cabeza en mi cuello y tiré de sus trenzas suavemente mientras lo sentía besarme sin clemencia. De pronto, me encontraba con el torso completamente desnudo. Tom tampoco llevaba playera y podía sentir el calor de su piel contra la mía, enviando escalofríos por todo mi cuerpo.

Tom se deshizo de mis vaqueros de un tirón y yo me incliné hacia él para deshacerme de los suyos.

Mi vista volvió a nublarse por completo. Esta vez, no podía distinguir otra cosa que no fueran siluetas y colores borrosos. Apreté mis ojos con fuerza y detuve mis acciones, haciendo que Tom se detuviera también.

—¿Muy rápido, cierto? —jadeó y negué con la cabeza, sin abrir los ojos.

—¿Rachel? —su voz se tornó preocupada y yo tomé varias respiraciones.

"Esto no está bien" dijo una voz en mi cabeza.

—Rachel, ¿Estás bien? —la urgencia en la voz de Tom me obligó a abrir los ojos.

Poco a poco mi vista se enfocó en su rostro. La expresión asustada y aterrorizada de sus facciones hizo que mi corazón se estrujó. El entendimiento surcó sus facciones.— ¿Volvió a suceder, verdad? —preguntó. Esta vez, sonaba aterrorizado.

Yo asentí.

—Prométeme que iremos mañana al médico. —urgió— Promételo.

Lo miré, ansiosa y nerviosa. —No es nada, Tom...

—¡Claro que es algo, Rachel! ¡Prométemelo! —noté la gravedad en sus palabras.

Un suspiro me asaltó y sentí el miedo invadirme el pecho. —De acuerdo. Iremos mañana. Lo prometo.

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Aunque puedas verme | tom kaulitz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora