Capítulo 45.

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El lunes siguiente me decidí a aparecer en la Universidad.

No tenía ganas de hacer nada, pero no podía quedarme más tiempo en casa. No podía dejar de darle vueltas a lo mismo día y noche... La escuela me ayudaría a despejarme un momento.

Mis primeras horas de clase pasaron más rápido de lo que esperaba, y al mismo tiempo, fueron eternas. Le rogaba al cielo no encontrarme con él. Le rogaba al cielo no verlo con otra persona. Me mataría verlo con alguien más tan pronto.

Abril me alcanzó a la hora del receso y nos encaminamos a la cafetería.

—Ayer Georg fue a buscarme una vez más. —me contó mientras caminábamos con nuestros brazos entrelazados.

—¿Qué te dijo? —pregunté reprimiendo una sonrisa. Abril lo amaba. Georg la amaba a ella. Aquello sólo había sido una crisis nerviosa por parte de Georg. Él no iba a dejarla sola.

—Quiere volver, me dijo que consiguió un empleo en una editorial —sonrió mirando hacia el suelo.

—¿Tú quieres volver? —pregunté sonriendo suavemente.

—¡Por supuesto que quiero!, sólo no quiero que piense que puede irse y volver a la hora que le plazca.

Una sonrisa me asaltó.— Creo que haz probado tu punto. Georg está loco por ti y tú por él. Van a tener un hijo juntos; si lo desean, van a casarse, ¿no crees que es momento de dejar de ser un par de adolescentes?... Su bebé necesitará a unos padres adultos, no a un par de adolescentes tratando de jugar a la familia.

Abril me miró con incredulidad.— ¿Eres tú, Rachel? ¿Segura que eres tú? ¿dónde estaba mi Rachel sensata cuando terminó con el amor de su vida?

Bajé la mirada al suelo. No estaba lista para tocar ese tema.— Sólo quiero que sea feliz...

—Es feliz contigo...

—Quiero que tenga el amor que merece. Yo no soy lo que él merece. En este momento ni siquiera puedo pensar en algo positivo de mi persona, ¿cómo pretendo amar a alguien si no sé amarme a mi misma? —susurré sintiendo un nudo en mi garganta.

Al llegar a la cafetería, nos sentamos en nuestra mesa habitual.

Bill nos alcanzó a los pocos minutos y comenzamos a charlar de todo y nada. Georg se nos unió a los pocos minutos y, por un momento, todo fue como lo era antes... Por un momento, imaginé a Tom entrando por la puerta, dándome un beso fugaz y sentándose a mi lado, envolviendo su brazo a mí alrededor...

Mi corazón se estrujó dentro de mi pecho. Tomé una respiración profunda y me repetí lo que me había estado repitiendo toda la semana:

"Lo estoy haciendo por él..."

Cuando sonó la campana, Bill habló—: Rachel, ¿me das un segundo?

Mi ceño se frunció ligeramente pero asentí, despidiéndome de Abril y Georg. Bill y yo salimos de la cafetería y él me miró con una sonrisa pintada en el rostro.

—Mi papá habló con Arturo. —anunció.

—¿Y Arturo es...?

—Arturo Smith es el amigo de mi papá. El que está realizando el tratamiento experimental para la ceguera degenerativa.

El corazón me dio un vuelco y apreté los puños con fuerza.— ¿Y...? —mi voz salió en un hilo débil y tembloroso.

—Sólo necesitas pagar tus viajes a Orlando. El tratamiento no tendrá ningún costo. ¡Ningún costo! —exclamó feliz.

—Pero, viajar a Orlando indica muchos gastos... —mi corazón latía a una velocidad impresionante. ¿Iba a poder hacerme el tratamiento?—, y-yo.

—Si pagas tus boletos de autobús con tu credencial de estudiante te hacen descuento del cincuenta por ciento; si el boleto sale en cincuenta euros, sólo tendrás que pagar veinticinco. Además, si mi papá te tramita la credencial del seguro médico, lo cual me dijo que haría, te hacen otro veinte por ciento de descuento. ¡Prácticamente viajarías gratis!

Aunque puedas verme | tom kaulitz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora