Capítulo 18.

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Bill aferró sus manos a mis mejillas y disminuyó el ritmo de nuestro beso hasta que fue dulce y cálido.

Se apartó de mí un segundo antes de volver a besarme con energías renovadas. Su beso no era desagradable. De hecho, pudo haberme llegado a parecer agradable de no haber sido por la opresión que sentía dentro de mi pecho. Esto no era correcto.

Bill se separó de mí y me miró a los ojos. Vi duda en su mirada, pero me sonrió suavemente mientras tiraba de mí hasta la pista de baile. La música electrónica retumbaba en todo el lugar pero él me tomó por la cintura y comenzó a balancearse al ritmo de la música, como si estuviéramos bailando una balada romántica.

Estaba aturdida, un poco borracha y confundida, así que sólo me dejaba balancear entre sus brazos.

Algo en su mirada había cambiado por completo. Algo estaba cambiando entre nosotros y el miedo se instaló en mi pecho al darme cuenta de que no iba a volver a ser lo mismo nunca más.

Sin decir una palabra, Bill apartó un mechón de cabello de mi cara y besó mis labios una vez más. Esta vez, no pude corresponder su gesto, pero él ni siquiera pudo notarlo porque se apartó en un segundo.

Estaba sudorosa, abrumada, aterrorizada y avergonzada de mi misma. Esto no tenía que ser de ésta forma. Esto no podía estar pasando así. Bill merecía una persona que pudiera entregarse al cien por ciento y yo, en ese momento, no podía. No supe en qué demonios pensaba minutos antes.

Bill deslizó su mano por mi mejilla de forma cariñosa y mi corazón se estrujó dentro de mi pecho. Era un chico realmente dulce. No podía hacerle esto.
Abrí la boca para hablar, pero volvió a besarme. Esta vez con más urgencia. Todo me daba vueltas, las luces me mareaban, su beso me aturdía, y de pronto me encontré aferrada a sus hombros por necesidad: me había levantado del suelo y me besaba sin clemencia.

De pronto, me vi arrancada de sus brazos y jadeé al sentir el suelo firme bajo mis pies.

Todo pasó tan rápido que ni siquiera tuve tiempo para reaccionar.

Tom golpeando a Bill, a puño limpio. Bill cayendo al suelo estrepitosamente, gritos ahogados por la música, Abril mirando, horrorizada, como Bill caía al suelo; Georg corriendo para detener a Tom y yo, en medio de todo ese desastre.

Me quedé paralizada. Mirando, casi en cámara lenta, como Bill se limpiaba la sangre proveniente de su boca, como Tom se sacudía del agarre de Georg con mucha fuerza y su rostro enfurecido, como Stella me miraba como si fuera el peor ser humano de la existencia, como Abril corría a auxiliar a Bill.

No podía moverme. No podía hacer nada que no fuera observar el maldito lío en el que se había convertido mi vida.

Tom se liberó del agarre de Georg de un tirón y se abalanzó hacia Bill nuevamente, pero esta vez, me interpuse en su camino.

Tom se detuvo en seco y me miró fijamente a los ojos. Había ira pura y cruda en su mirada; había coraje, frustración y dolor en ella, y yo no podía dejar de sentirme enferma por todo lo que estaba provocando. ¿Acaso yo era así de mierda?, me sentía la persona más horrible del planeta. Yo había provocado todo esto. Ahora tenía que arreglarlo.

—¡TOM BASTA! —grite y me sorprendió descubrir la forma en la que mi voz temblaba. No era de coraje, era de tristeza. Estaba destrozada y estaba destrozando todo a mi paso.

El me miró, jadeando, mientras su ceño se fruncía. —Por favor, no hagas esto. Detente. No te hagas más daño. No me lo hagas a mí. Eres más que esto... Fuimos más que esto. —dije, intentando hacerme sonar por encima de la música.

Tom me miró con aprehensión, sentí las lágrimas resbalar por mis mejillas mientras parpadeaba. —No quiero esto para ti. No lo quiero para mí. ¿No puedes entender que nos hacemos más un daño que un bien?

—Eso no es cierto —replicó con la voz enronquecida.

—¡Lo es, Tom! ¡Lo es! ¡Lo único que hacemos es destruir todo a nuestro paso! ¡Ya me cansé de destruir todo lo que toco!... —sollocé. —, paremos esto. Por favor.

—No quiero perderte. —escuché como su voz se quebraba y cómo su mirada se volvía fuego mientras me miraba con angustia.

—¿No te das cuenta de que nos hemos perdido hace mucho tiempo? —dije, sintiendo dolor con mis propias palabras, porque eran ciertas. Hacía mucho tiempo que él me había perdido y que yo lo había perdido a él.

—¿Estás con él? —inquirió, haciendo una seña tosca en dirección a Bill, quien estaba poniéndose de pie.

Miré a Tom fijamente y me sinceré—: No lo sé —me encogí de hombros. —, supongo que lo iré descubriendo poco a poco. No estoy lista para una relación, Tom.

—Lo besaste. —me recriminó.

Una risa irónica salió de mis labios. —¿Quieres tocar ese punto? —pregunté comenzando a molestarme. —, Tom, no se trata de quién ha dañado más a quién. Se trata de seguir. Se trata de... De detener esto. Se trata de superar y olvidar.

—No quiero olvidar.

—Yo tampoco... —me sinceré. —, pero es necesario.

—Joven, voy a pedirle que me acompañe a la puerta —dijo el hombre de seguridad que se encontraba en la entrada.

Tom hizo una mueca de inconformidad, pero me dedicó una mirada aprehensiva antes de seguir al hombre hacia afuera del establecimiento.

Era momento de poner orden en mi vida. Era momento de olvidar y superar.

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Aunque puedas verme | tom kaulitz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora