Capítulo 46.

3.2K 255 5
                                    

La luz me cegaba por completo, pero no iba a apartarme.

El motor rugió amenazadoramente, pero no me amedrenté. No iba a permitir que Tom se fuera de esta forma. No iba a permitir que se fuera creyendo cosas que no eran.

—¡T-Tom, espera!, ¡no te vayas! —tartamudeé por el nudo de mi garganta.

—¡Rachel, apártate de ahí! —gritó Bill, pero no me moví.

—¡Tom, por favor baja y vamos a hablar! —grité, intentando hacerme sonar por el rugido del motor. La desesperación se estaba filtrando por cada poro de mi piel y no me importaba estar haciendo una escena. No podía permitir que se fuera de ésta manera.

—Rachel, por el amor de Dios, apártate de ahí —Bill sonaba tan preocupado como yo.

De pronto, el motor de la camioneta se apagó. Mi corazón dio un vuelco dentro de mi pecho cuando la puerta del piloto se abrió y Tom salió hecho una furia. Ni siquiera mi miró cuando hizo su camino hasta Bill y estampó su puño en su cara.

—¡Tom! —grité, horrorizada, mientras corría para detenerlo.

—¡Estabas viendo a mi hermana, hijo de perra! —bramó y le dio una patada con la punta de la zapatilla justo en las costillas.

—¡Tom, detente! —grité con un nudo en la garganta.

—¡¿Creías que no lo sabía?! ¡Emily me lo cuenta todo! ¡Eres un jodido hijo de puta! —otra patada fue atestada en dirección a Bill y yo tiré del brazo de Tom con todas mis fuerzas.

Tom trastabilló hacia atrás y tiró su brazo de mi agarre y se giró para encararme. Su rostro estaba transformado en una mueca de ira y dolor. Sus ojos se habían oscurecido un par de tonos. Su mandíbula estaba tan apretada que, por un momento, creí que se partiría en dos. Su pecho subía y bajaba con su respiración irregular y superficial y me miraba con odio. Un odio que jamás había visto en su mirada. Un odio que iba completamente dirigido hacia mí.
Tragué duro, intentando aminorar el nudo de mi garganta y mis ganas de gritar.

—¡No vuelvas a tocarme! —siseó y mi corazón se estrujó con fuerza.

—Tom, por favor...

—¡Solo detente! —gruñó, girándose sobre sus talones. Tirando de sus trenzas con mucha fuerza. Jamás lo había visto tan perdido. Jamás lo había visto tan afectado. Jamás lo había visto perder los estribos de ésta manera. Tomó un par de respiraciones y tragué duro, intentando aminorar el nudo de mi garganta. Era imposible. Estaba furiosa conmigo misma, estaba frustrada y desesperada. Se giró para encararme y su expresión enfurecida me erizó todos los vellos de mi cuerpo—. ¿Para esto querías terminar conmigo?, ¿Realmente querías ver a otras personas?...

—Tom, escúchame...

—No quiero escuchar —sus ojos se cerraron y pude ver un destello de dolor surcando sus facciones—. Ya no quiero escucharte más.

Mis labios temblaban incontrolablemente y no pude reprimirlo más. Un par de lágrimas rodaron por mis mejillas y las sequé con rapidez. —Tom, necesito explicarte.

Sus ojos encontraron los míos y mi corazón se quebró en fragmentos más pequeños al ver su mirada teñida con lágrimas sin derramar.— No necesitas darme explicaciones de nada, Rachel —susurró con la voz enronquecida—. Después de todo, tú y yo ya no somos nada.

—Tom...

Él avanzó hasta su camioneta y lo seguí.— Tom, detente...

Subió a la puerta del piloto y pegué mis manos al metal frío de la puerta del copiloto, mirándolo suplicante. Él ni siquiera se volvió para mirarme. Encendió el auto con un rugido y me aparté del camino, derrotada.

Me abracé a mi misma mientras él arrancaba a una velocidad alarmante.

—Estoy quedándome ciega, Tom. Y terminé contigo porque estaba tan asustada que no tenía el valor para decírtelo. —susurré para mí misma al verlo girar en el camino.

Cuando me volví sobre mis talones, Bill se estaba incorporando. Las lágrimas no dejaban de caer por mis ojos, pero lo ayudé a levantarse del suelo.

—Lo siento —solloce—. Lo siento mucho, Bill. Lo siento. Lo siento...

Él me envolvió entre sus brazos y besó mi cabeza. —Está bien, Rachel. Está bien. Vamos a solucionarlo.

Pero incluso, en ese momento, yo sabía que no había nada que hacer. Lo conocía. Lo conocía lo suficiente como para saber que no iba a querer escuchar. Lo conocía lo suficiente como para saber que no iba a hacer nada por entender.

(...)

Una semana entera pasó sin que yo tuviera noticia alguna sobre Tom. Mi primera sesión del tratamiento sería dentro de dos días, así que tenía que ir a comprar mi pasaje de autobús a Orlando.

Bill y Abril habían sido mi mejor compañía en el campus. Los rumores sobre mi ruptura con Tom se habían regado como pólvora, pero no podía importarme menos. Tenía suficiente mierda en mi vida como para llenarme de mierda externa.

Él ni siquiera se molestaba en mirarme. Era como si no existiera para él. Era como si nunca me hubiese conocido.

Esa tarde, al salir de la universidad, me dirigí a comprar mi boleto. Mi mamá no vendría conmigo. Estábamos intentando hacer que la tienda nos diera un poco más de ingresos así que mi mamá se puso a vender postres caseros. Estaba funcionando de maravilla.

Mis episodios de visión borrosa estaban volviéndose frecuentes, lo cual me ponía los nervios de punta, ¿y si el tratamiento no funcionaba?

—¡Siguiente! —gritó una voz en mi dirección.

Parpadeé varias veces y me encaminé hasta la ventanilla.— Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle? —me dijo la señorita detrás de la taquilla.

—Necesito un boleto para viaje redondo con destino a Orlando —respondí.

La mujer me hizo preguntas de rutina, tomó el dinero y me entregó mis boletos de ida y vuelta. Hacerlo sola era lo que más me aterraba. Estar ahí. Sola. En una ciudad desconocida, me horrorizaba.

—Todavía puedo ir contigo —sugirió Bill la noche siguiente, mientras preparaba mi pequeña maleta.

—Haz hecho suficiente por mí, Bill. —sonreí en su dirección.

Él me sonrió de vuelta.— Haría lo que fuera por mis amigos.

Bajé la vista a mis manos y pregunté, porque tenía que saberlo—: ¿Haz hablado con Emily?

El silencio se extendió entre nosotros.— No quiere hablarme... —dijo, finalmente.

Una punzada de dolor me asaltó el pecho. Todo había ocurrido por mi culpa. Si le hubiese dicho a Tom todo antes, nada de esto estaría sucediendo... —Lo siento mucho, Bill. —susurré.

—No lo sientas. Si está destinado a ser, será. No voy a presionarlo.

—Me encantaría poder decirle cuánto me odio a mi misma por herirlo de esa forma. —susurré.

—Algún día se dará cuenta...

Lo miré con los ojos llenos de lágrimas.— Eso espero. De verdad, lo espero...

•───── ✦ ─────•Disfruten, voten y comenten, muchísimas gracias por leer

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

•───── ✦ ─────•
Disfruten, voten y comenten, muchísimas gracias por leer.¡!<3

Aunque puedas verme | tom kaulitz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora