Capítulo 25.

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Sus labios encontraron los míos con una suavidad que me sorprendió. Un claro constaste a sus besos previos. Aquello era poseer y reclamar, esto era disfrutar y adorar.

La suave presión de sus labios, me quitaba el aliento mientras. Lentamente, su lengua invadía mi boca en caricias suaves. Mi corazón latía a una velocidad impresionante. A una velocidad vertiginosa. Sus manos se apoyaron en mi nuca, enredando sus dedos entre mis cabellos amarrados por el despeinado moño, atrayéndome cada vez más cerca.

Mis manos se apoyaron en su cintura mientras me dejaba llevar por el momento. Retrocedimos un par de pasos, entrando a la habitación. Tom cerró la puerta con una mano y una sonrisa idiota se deslizó por mis labios mientras retrocedíamos entre besos hasta que mis rodillas golpearon la cama.

Tom se apartó de mí un segundo. Sus dedos largos apartaron un par de mechones de cabello que se escapaban de mi moño despeinado. Sus impresionantes y hermosos ojos se posaron en los míos, ridículamente marrones y sencillos.

—¿Estás segura de esto? —preguntó.

Lo único que pude hacer fue asentir. Era consciente de lo que estaba a punto de pasar entre nosotros.

—Dilo... —la profundidad en las palabras de Tom me hizo sentir cosquillas en el estómago.

—E-Estoy segura de esto... —tartamudeé, con la voz temblorosa por la emoción.

Una sonrisa tímida se deslizó por los labios de Tom. Una de sus manos trabajó en el moño que sostenía mi cabello.

Mi cabello cayó, hecho un desastre, sobre mis hombros y sentí el rubor extenderse por mis mejillas y sonreí suavemente. —Es un desastre —me disculpe, señalando a mi cabello.

—Es un desastre hermoso. —susurró Tom, cariñosamente, pasando sus manos por las hebras enredadas de mi cabello.

—Está enredado —hice una mueca al verlo deshacer cuidadosamente un par de nudos con los dedos.

Sus ojos encontraron los míos y una sonrisa lasciva, cargada de coquetería y promesas se deslizó por sus labios. —Voy a hacerte el amor hasta que amanezca, Rachel. —dijo en un susurro ronco y sentí cómo todo mi cuerpo se tensaba en respuesta a su promesa.

Mis manos se enredaron en su cuello y lo atraje hacia mí en un beso fiero y urgente. Un sonido ronco brotó de la garganta de Tom y su lengua invadió mi boca una vez más. No podía tener suficiente de él. Sus manos alzaron el material pesado de la sudadera que estaba usando, sintiendo sus dedos fríos contra mi piel caliente.

Una sonrisa idiota brotó desde el fondo de mi garganta y Tom se separó de mí un segundo, mirándome con el ceño fruncido. —¿Qué es tan gracioso? —preguntó, herido.

Seguí riendo, sin poder evitarlo. —¿Te das cuenta de lo anti-sexy que luzco? —pregunté, cubriendo mi boca con mi mano.

La expresión seria de Tom no me detenía, yo no podía parar de reír. De pronto, me atrajo hacia él metiendo sus manos por debajo de mi sudadera, sobre mi espalda, acariciándome suavemente. Mi respiración se atascó dentro de mi garganta y no hubo más risas.

Un pequeño rubor se extendió por mis mejillas cuando recordé que no llevaba sujetador. Tom lo notó inmediatamente y deslizó sus manos por mis costados hasta ahuecar mis pechos con sus grandes manos.

Mi respiración se aceleró ante su suave caricia y mis ojos se fijaron en la mirada cargada de deseo de Tom.— Llámame loco pero, para mí, esto es increíblemente sexy. —susurró, acariciando la turgencia de mis pezones con sus pulgares.

Mis ojos se cerraron con fuerza, absorbiendo su caricia y mis manos se aferraron a sus hombros. Él deslizó sus manos fuera de mis pechos antes de tomar la parte de debajo de sudadera y deslizarla sobre mi cabeza.

Aunque puedas verme | tom kaulitz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora