—¡Rachel, maldita sea, detente! —bramó la voz de Tom a mis espaldas, pero yo ni siquiera quería mirarlo.
Estaba tan asqueada y herida que no podía pensar en otra cosa que no fuera salir de ahí. ¿Cómo se atrevía a seguirme cuando lo había visto todo?, ahora comprendía por qué quería hablar conmigo. Iba a rechazarme. Iba a decirme que lo de la noche anterior había sido un error.
Me abrí paso entre el tumulto de gente a empujones mientras seguía a Abril y de pronto, alguien me detuvo tomándome por los brazos fuertemente. Yo alcé la vista para gritarle a esa persona que se apartara de mi camino y me vi de frente con un par de ojos cafe. Bill me miraba con la angustia claramente pintada en el rostro.
—¿Qué demonios...? —comenzó a preguntar.
—¡Rachel, por favor, déjame explicarte! —dijo la voz de Tom detrás de mí.
Yo cerré mis ojos con fuerza antes de hundir la cabeza en el pecho de Bill y aferrarme a su torso delgado. —Dile que se vaya —le susurré, suplicante.
Bill envolvió sus brazos en mi cuerpo y escuché su voz abriéndose paso entre el escándalo de la fiesta—: Creo que lo mejor es que te vayas de aquí, Kaulitz.
—Rachel, por favor, escúchame... —suplicó Tom a mis espaldas.
—Dile que se vaya, por favor. —sollocé entre los brazos de Bill. Estaba empapando su camisa con mis lágrimas pero a él no parecía importarle.
—Tom, vete. —pidió Bill. El tono de su voz era neutral. No era agresivo, pero era firme.
—¡Rachel, por favor! —pidió Tom.
—¡Lárgate de aquí, idiota! —chilló la voz de Abril. Estaba furiosa.
—¡Abril, no lo entiendes! ¡No es lo que parece! ¡Yo no sabía...! —comenzó Tom excusándose.
—¡SI LO SABÍAS! ¡LO SABÍAS PERFECTAMENTE! —le espetó Abril.
—Quiero que se vaya, por favor, Bill, haz que se vaya —supliqué en un susurro.
—Tom... De verdad, no es momento. Vete. —dijo Bill con serenidad.
—¡NO ME VOY A IR A NINGÚN JODIDO LADO, MALDITA SEA! —bramó.
—Sácame de aquí. —susurré.
Bill, sin decir una palabra más, guió mis pasos hacia afuera de la casa.
—¡RACHEL, NO ES LO QUE PIENSAS! —gritó Tom a mis espaldas.
Su voz sonaba peligrosamente cerca.
Unos dedos cálidos se enredaron en mi muñeca y entonces exploté —: ¡NO ME TOQUES!Me volví sobre mis talones y tiré mi brazo del agarre de Tom. Lo miré fijamente a los ojos y lo único que podía sentir en ese momento era asco, repulsión, coraje y decepción. —¡NO ME VUELVAS A TOCAR!, ¡DÉJAME EN PAZ!, ¡NO QUIERO VERTE!, ¡NO QUIERO SABER ABSOLUTAMENTE NADA DE TI! —bramé.
Mis manos temblaban del coraje. Mi respiración era agitada, tanto, que creí que me iba a dar un ataque de asma en ese momento. Las lágrimas pesadas caían por mis ojos pero no iba a amedrentarme ante él. Ya no. Tom Kaulitz había roto todo lo que yo alguna vez había sentido en menos de tres minutos; en una sola noche. En ese momento, lo que sentía era tan cercano al odio.
La mirada oscura de Tom estaba fija en la mía. Parecía herido. Parecía incrédulo y al mismo tiempo angustiado. —Rachel, por favor... —suplicó, pero noté la derrota en su mirada.
Sin decir una palabra más, me giré sobre mis talones y salí de la casa a paso veloz.
—¡Rachel!, ¡Rachel, espera! —la voz de Bill me hizo detenerme a mitad del camino.
Me giré para encararlo y espeté—: ¡NECESITO ESTAR SOLA!
—¡No! ¡No lo necesitas! ¡No voy a dejarte sola! ¿Qué demonios pasó? —espetó de vuelta.
Yo froté mi cara, sin importarme lo mucho que fuera a arruinar mi maquillaje.— Se lo dije. Le dije que era yo... —respondí conteniendo los sollozos que amenazaban por salir de mi garganta.
Con el repentino ataque de ira, las lágrimas habían cesado y no quería volver a traerlas a mí.
—¿Y? —inquirió Bill, mirándome con cautela.
—Le importó una mierda. Fue tras Stella, sin importarle que yo estuviera justo en la habitación... —no pude continuar. El nudo en mi garganta me hacía doler toda la tráquea y los pulmones. Quería gritar de frustración y al mismo tiempo sabía que no merecía la pena.
—Entonces es un imbécil, Rachel. Afróntalo y vive con ello. —dijo Bill, con la voz enronquecida.
¿Era mi imaginación o lucía furioso?
Yo abrí la boca para replicar, pero inmediatamente me callé. No podía hablar acerca de lo que había pasado la noche anterior. No sin que me doliera en lo más profundo del alma.
Sin decir una palabra, Bill se acercó a mí y envolvió sus brazos en mi cuerpo de forma protectora y dulce. Yo apreté los ojos con fuerza, reprimiendo mi llanto, y él me presionó contra su cuerpo con fuerza.
Entonces, envolví mis brazos a su alrededor y me dejé ir. Dejé que el llanto fluyera hasta que los ojos me ardieron, dejé que las lágrimas cayeran hasta que no podía pensar en nada que no fuera el ardor de mis ojos y el dolor de mi pecho.
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Aunque puedas verme | tom kaulitz.
Fanfiction¡Segunda temporada! La vida de Tom Kaulitz volvió a ser, en su mayor parte, de la forma en la que solía ser antes del accidente en el que perdió la capacidad de ver. Fiestas, chicas, música y popularidad. Y al mismo tiempo, algo había cambiado en é...