Love Story ; hopev.

28.

Taehyung observó detenidamente a su alrededor, percatándose de la deficiencia de la infraestructura y el enorme trabajo realizado para limpiar el polvo que todavía se acumulaba en las esquinas de la casa y las vigas del techo. El salón era amplio, ciertamente, pero eso se debía al trabajo continuo de los residentes para deshacerse de los objetos que no tenían un funcionamiento más allá de servir como chatarra o fuente de calor para las noches. Mientras su hermano era vendado por uno de los omegas que acompañaba su pequeño grupo de guerreros, el peliazul se preguntó por qué, de todos los lugares dónde podía esconderse, había escogido esa cabaña abandonada, en la lejanía de las fronteras del este de la manada Jeon.

Minseok, quien estaba sentado a su lado, aplicó algo de pomada en su rostro, a la espera de que las propias habilidades de su lobo le ayudasen a regenerarse prontamente. El beta estaba más silencioso que de costumbre y Taehyung conocía perfectamente la razón: seguía sorprendido por ver a Jaeyoon después de cuatro años.

Ciertamente, el omega estaba en las mismas condiciones, pero lo había procesado mejor que el beta, porque sabía que volvería a verlo en algún momento, sin importar las circunstancias de su encuentro. A pesar del cambio drástico evidente de su aspecto y lo poco familiar que se sentía, seguía siendo su hermano mayor, aquel alfa que le leía cuentos de noche para hacerlo dormir y el mismo que lo defendía de cualquier peligro externo, tal y como había hecho, unas horas antes.

Jaeyoon agradeció por el cuidado del omega antes de acomodarse en la silla y ver directamente hacia las dos personas que no pensó encontrar aquel día.

―¿Alguno de ustedes podría explicarme por qué el príncipe de la manada Kim está tan lejos de casa? ―cuestionó con mirada severa.

Minseok y Taehyung se observaron al mismo tiempo, sin saber qué explicación dar respecto a su actual ubicación. Les resultaba verdaderamente irónico el hecho de haber sido hallados por el alfa, de manera tan pronta, cuando ni siquiera su manada tenía indicios de su paradero. ¿Cómo era posible que su hermano mayor, con apenas un puñado de hombres, pudo dar con ellos primero? El omega quiso reírse de ello, pero estaba seguro de que el mayor no iba a tomarlo muy bien, conociendo su carácter sobreprotector y responsable.

―¿No sería mejor abrazarnos con cariño por este encuentro inesperado? ―sugirió el peliazul―, ya sabes... no nos hemos visto en cuatro años y...

―Taehyung... ―advirtió con voz enojada.

El omega lanzó un bufido.

―Aguafiestas ―murmuró.

Jaeyoon lanzó un suspiro, sin tener el poder de molestarse con su hermano por mucho que sus errores fuesen graves. El omega siempre tuvo el carácter de un príncipe refinado y correcto, pero también poseía cierto aire rebelde que lo guiaba a cometer travesuras cuando nadie estaba observándolo. Taehyung siempre fue alguien de noble corazón, pero sus ansias de libertad lo empujaban a tomar decisiones apresuradas, muchas veces, y estaba seguro de que su escape de la manada se debía a eso.