Nuvia estaba que tiraba de su cabello de los nervios, aunque seguramente terminaría calva y era por eso que no lo hacía.
Ya no solo Abril estaba destrozada, su loba se había dado cuenta de la muerte de su pareja también, y había tomado el control.
La loba de Abril, un hermoso animal de pelaje blanco y partes marrones, de contextura mediana, había aparecido entre sus brazos, y por más que le había pedido a gritos a Abril que regresara a su forma humana, poco había podido hacer la débil y sensible humana con su parte animal. Así que no tuvo más opción que apartarla de un empujón.
Una loba, aunque sea omega, tan adolorida y con el corazón roto, estaba completamente perdida en sus instintos, y podría atacar si se molestaba.
Se mantuvo apartada, mirando como la loba de Abril corría por toda la casa, soltando llantos y pequeños llamados; olfateando en cada lugar, cada prenda o habitación en que encontraba el olor de su pareja, hasta salir al patio trasero de la casa y comenzar a aullar, mirando el cielo.
A Millaray no podía romperle aún más el corazón aquella imagen. Se sentó en el sillón, viendo de lejos a su amiga, para llorar con ella también.
Cuando estaba en su máximo punto de lloriqueo, el timbre sonó. Tardó unos cuantos segundos en reaccionar, lo suficiente para que el timbre sonara de nuevo, se levantó apresurada a atender.
Al abrir la puerta, la beta de cabellos castaños la saludó con su mano, pero estaba tan rota que no pudo evitar abrazarla también.
Para Samantha apenas fue un segundo de incomodidad, aunque era más sorpresa que otra cosa, ya que eso había sido más pronto de lo que esperaba.
Si bien siempre hacía de compañera de los omegas en sus últimos días, estaba acostumbrada a tratar con todo tipo de personas, ya que la muerte no afecta a una sola persona.
No dudó en devolver el abrazo, rodeando su cintura y colocando una mano entre su cuello y hombro para dejar leves caricias.
Muchos creían que el punto de la marca solo afectaba a los omegas, pero para un alfa en estado tan sensible, funcionaba también y, a los pocos segundos, Millaray ya se sentía reconfortada. Se apartó, sorbiendo sus mocos para murmurar una disculpa.
— L-lo siento... —
— No es necesario. — Se encogió de hombros.
Nuvia se apartó de la puerta y le hizo ademán de entrar. La beta no dudó, escuchando los lastimeros aullidos de Abril. Algo en su pecho se encogió de dolor, cosa que no era normal, estaba acostumbrada a eso y nunca le había ocurrido. La sensación la dejó extrañada dos segundos completos.
— ¿Qué ha pasado? — Preguntó, Millaray ya sabía qué quería escuchar.
— Su alfa, Juan Guarnizo. . . Iba en un avión rumbo a New York esta mañana, pero hubo un accidente. — Sorbió su nariz con dolor. — N-no se bien cuanto tiempo pasó Abril hasta que yo vine, ya sabes. . . Las noticias de última hora tardan unas cuantas horas en salir al aire. —
Samantha asintió.
— Llegué y ya estaba mal, pero aún era humana todavía. — Hizo una pausa. — Hace una media hora que cambió, y lleva un largo rato aullando... Señora Rivera, es peor de lo que estaba mi abuela, yo... No sé qué hacer. —
— Con la parte de ''hacer algo'' déjamelo a mí, yo te diré si necesito que hagas algo. No pienses en eso, tu también tienes que afrontar esta situación, Millaray, no te cargues la responsabilidad de cuidarla porque para eso me llamaste. ¿Está bien? — La castaña asintió. — Y con respecto a su estado... Es lo normal en la ruptura de un lazo, es así de horrible. Tienes que tener en cuenta que fue repentino, ambos son muy jóvenes. Dime, ¿Desde hace cuanto comparten el lazo? —
— Más de dos años... Quizás tres. — Murmuró, no estaba segura.
— Es muy reciente, muy fuerte. Dolerá más que uno más antiguo. — Habló. — Dime otra cosa, ¿Tuvieron cachorros? —
Nuvia negó automáticamente.
Samantha hizo una mueca.
Ese era un punto malo y bueno a la vez.
Si al menos tuvieran un cachorro, la omega se sentiría obligada a sobrevivir para proteger y cuidar de este, aunque en promedio sólo la mitad de ellos sobrevive. Es un porcentaje mucho mayor a los que no tienen cachorros.
De los omegas con lazos rotos, sin cachorros, apenas el 3% sobrevivía.
El punto malo es que sufrían muchísimo más, ya que su alfa no los había dejado solo a ellos, sino a sus hijos también.
— Samantha Rivera. . . Abril es mi mejor amiga, es la única que me queda. —
La castaña la miró con ojos expectantes, esperando que terminara de decirlo.
— ¿Podría hacer todo lo posible para que sobreviva? —
Ya sabía a dónde iba aquello, era un pedido normal, al menos en los primeros momentos de la ruptura del lazo. Todos deseaban eso.
Luego el o la omega empeoraban significativamente, y al verlos sufrir tanto deseaban que pudieran tener el descanso que merecía junto a su alfa.
Por esa razón Samantha no sentía esperanzas de nadie, hasta ahora, ninguno de los omegas que había atendido había logrado sobrevivir, pero tenía su fama por dar un trato humano y cálido hacia todos en general, no solo hacia el principal afectado. Sammy trataba a todos alrededor.
A pesar de todo, asintió, sonriendo un poco.
— Haré todo lo posible. — Respondió con honestidad en la voz, a pesar de que ella misma no se lo creía. — Ya lo entiendo lo suficiente. ¿Me permite ir con la omega? —
Nuvia asintió con ganas y caminó hacia la parte trasera de la casa, parándose en la puerta, fijó su atención en la preciosa loba que seguía llorando a la luna.
A Samantha le pareció extrañamente hermoso y triste a la vez, casi como una melancólica obra de arte.
La loba no las notó.
Siguió aullando.
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¡! 𝐑𝐈𝐕𝐀𝐑𝐈 ─ ❛ 𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐀𝐒𝐓 𝐃𝐀𝐘𝐒. ❜
Fanfiction❛ 𝖮𝗎𝗋 𝖫𝖺𝗌𝗍 𝖣𝖺𝗒𝗌. ❜ ─ 𝐀𝐝𝐚𝐩𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐑𝐢𝐯𝐚𝐫𝐢 ˹ Abril Garza es una omega que perdió a su alfa en un trágico accidente, con un lazo roto y su lobo deprimido, le quedan pocos días de vida. Samantha Rivera es una beta y e...