━ ❛ 04 ❜

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A Abril le parecía algo incómodo que Samantha, a quien apenas conocía desde hacía una hora, la estuviera acompañando en la privacidad del baño, pero la beta no la miraba con segundas intenciones, cada tanto sólo se limitaba a sonreírle. A la omega le parecía bonita.

Y, además, el aroma a madera tan familiar para ella la consolaba. Su loba no lloraba desconsoladamente en su pecho, a pesar de que seguía triste por la muerte de su alfa. 

Y en algún lugar extraño, sentía familiar la presencia de Samantha, como si no fuera la primera vez. 

Al recordar a Juan varias lágrimas escaparon.

La beta colocó una mano en su nuca y dejó caricias, sin tocar la marca por apenas unos pocos centímetros, ya que esta podía empezar a doler por el lazo roto, a pesar de que Abril no había dado señales de ello, no quería arriesgarse, así que se quedó a su lado, dejándola llorar.

Ari comenzó a frotarse los ojos, y soltó un quejido cuando los sintió arder. Lloró más fuerte. 

— ¿Que pasa, pequeña? —

— T-tengo shampoo en el ojo... — murmuró, mientras dejaba a sus ojos llorar, esperando que las lágrimas lograran quitar el estúpido producto.

— Deja que te ayude. — tomó la taza que la omega había usado para volcar agua en su cuerpo y la llenó de agua fría del lavamanos, antes de volver a inclinarse hacia ella, tomando su mentón para tirar su cabeza hacia atrás y verter algo de agua en su rostro. — Abre tus ojos, Abril. 

La omega obedeció a la suave orden, y le tomó un par de parpadeos para que el agua entrara en sus ojos y los limpiara, quitándole la sensación de ardor de estos. 

En cuanto se terminó el agua de la taza, Samantha se apartó y la vio parpadear un par de veces, aún con algo de incomodidad, pero ya sin dolor.

— ¿Ya está bien? — preguntó, a lo que Ari asintió. Samanta sonrió mínimamente, haciendo que sus dientes se asomaran y pequeñas arrugas aparecieran en sus ojitos; dejó una pequeña caricia en la mejilla de Abi, aprovechando a sentir lo suave y esponjosa de esta. — Genial, pequeña. — 

Abril se ruborizó sin poder evitarlo. 

— ¿Puedes dejar de decirme ''pequeña''? —

— Oh, lo siento. No te lo tomes personal, Abril, le digo así a todo el mundo. Aunque sean más grandes que yo. — Rió, y su risa era bonita.

A Abril le costaba mantener una conversación con ella, se ponía nerviosa y no sabía el por qué, pero contradictoriamente, su sola presencia también la hacía sentirse consolada.

— ¿Ya has terminado? — Preguntó Samantha, aunque a Ari le pareció innecesario porque la castaña la había visto dejar el jabón a un lado al terminar, aún así, asintió. — ¿Te ayudo a salir? — Se levantó y ofreció su mano, Ari la miró, pero rápidamente miró hacia su parte inferior desnuda y negó. — Abril, no te avergüences, a mi no me molesta. —

— No mires. —

— Bien, cerraré los ojos. — apretó sus párpados juntos. Sintió la mano de Ari tomar la suya y la sujetó sin dudarlo, de forma firme y segura.

La escuchó salir de la tina, mientras tensaba su brazo para que se levantara hasta que se soltó, escuchándola salir a su lado, sintiendo su calor corporal. La omega tomó la toalla por sí misma y se cubrió.

— ¿Ya? —

— Sí. — Murmuró la rubia.

Samantha se volteó hacia ella y no dudó cuando frotó sus brazos, secándolos con la toalla, haciendo lo mismo con su espalda y hombros.

— ¿Q-que haces? —

— Debes secarte un poco. — dijo Samantha con normalidad. — Ahora, te acompaño hasta tu cuarto, ¿Bien? —

— Puedo caminar sola. — Replicó la omega.

— Hace un rato casi te desmayas. — habló, su tono no era de reproche, pero la hizo sentir culpable. — Vamos, guíame. Estaré aquí unos días, no me hace mal un tour. —

Abril no respondió, se envolvió en el toallón y caminó fuera del baño, acompañada de cerca por Samantha. Apenas fueron cinco metros hasta el dormitorio, y sintió el dolor de nuevo.

El aroma de su alfa, la cama que compartía con su alfa, aún destendida, la ropa de él, todo de él. 

Sus piernas temblaron, Samantha se apresuró a sostenerla. 

— Shh, está bien, Ari, estoy aquí. — susurró. — Ve a la cama, pequeña, anda, te ayudo. — Avanzó despacio a su lado hasta la susodicha, sosteniéndola por los dos lados. Se acomodó en la cama en posición fetal, cubriéndose aún con la toalla. Samantha acomodó las sábanas a su alrededor, sintiendo a la loba de la omega llorar. Mantuvo su distancia, ya que podría atacarla si se sentía amenazada.

Samantha hizo un nido por ella, y el llanto calmó un poco en cuanto estuvo rodeada de la calidez de las sábanas y el aroma de su alfa. 

Abril estaba conmovida, y quiso llorar por aquel gesto. Su loba se sentía igual.

''Un nido, hizo un nido para mi''

No pudo evitar ruborizarse de sólo pensar en eso, algo en su pecho aleteó con alegría y sollozó un poco por la misma causa.

La castaña estaba por marcharse y dejarla tranquila, pero se sorprendió cuando Abril la llamó.

— S-samantha Rivera. — murmuró, y la enfermera se acercó hasta la cama de nuevo. — Puede... ¿Quedarse conmigo? —

— Claro que sí, Ari. — Samantha tanteó el borde de la cama, posando parte de su trasero en esta, pero quedando muy apartada. — Déjame ir a buscar la cena y regreso. ¿Te parece? —

— No, no. . . — negó. — Sólo quédese... Digo, ya sabe. . . Dentro del nido. —


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¡! 𝐑𝐈𝐕𝐀𝐑𝐈 ─ ❛ 𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐀𝐒𝐓 𝐃𝐀𝐘𝐒. ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora