━ ❛ 16 ❜

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— Samantha. — la castaña murmuró un sonido afirmativo.

Volvían a estar abrazadas dentro de su nido, Samantha se dejaba tranquilizar con el aroma de la omega, quien había empezado a liberar feromonas al sentirla asustada, de forma inconsciente, y claro que había funcionado para calmarla, más que cualquier otra cosa.

La menor estaba temblando desde que la rubia se había desmayado en sus brazos, y le parecía raro porque no era la primera vez que veía o atendía a alguien con un desmayo, pero nunca había sentido tanto miedo como en ese momento. 

— ¿Puedo bañarme? —

— Claro. — la enfermera asintió. — Pero debo acompañarte, podrías desmayarte de nuevo, y eso sería muy feo. —

A Abril le pareció tierno el tono de voz que había usado, asintió sin más y se irguió para separarse de la beta, quien se colocó a su lado; un brazo rodeó su cintura y el otro tomó su brazo, yendo hacia el baño a paso lento.

A Abril le parecía exagerado, pero ella en verdad no sabía qué tan malo o delicado era su estado.

Por su lado, Samantha quería cuidarla tanto, al punto de que ni siquiera se golpeara el dedo pequeño del pie contra el marco de la puerta. 

La rubia estaba muy roja cuando Sammy quitó su remera, y la detuvo en cuanto la enfermera metió los pulgares debajo de su ropa interior.

Se mordió el labio inferior con nervios, y Samantha rió un poco, apartándose para tomar sus mejillas. 

— Ohw, Abi, pequeña, no te pongas así, es parte de mi trabajo. — se encogió de hombros. — No lo hago con segundas intenciones, y no me produce nada que estés desnuda, así que no hay por qué tener vergüenza. —

Abril frunció el ceño y negó ligeramente. 

— Oh, mira lo que hacen tus labios cuando aprieto tus mejillas. — Samantha rió como una infante por su descubrimiento, mientras apretaba varias veces los mofletes de la omega, haciendo que sus esponjosos belfos hicieran un pequeño beso y la forma de una diminuta ''o''. — Ah, es lindo. —

— Samantha... — se quejó. 

La beta rió de nuevo y soltó sus mejillas, encontrándose con su sonrisa.

— Aunque te desvistas sola tengo que quedarme, Abril. — dijo.

— No estoy tan mal. — rodó los ojos. 

Samantha sonrió, incómoda por dentro; no pensaba decirle, sabía disimular muy bien cuando debía mentir. 

— No. — dijo, totalmente neutral. — No lo estás. —

Abril le sacó la lengua en un gesto infantil que la hizo sonreír con ternura. 

Al final, la mexicana se quitó las prendas sola, se metió en la tina sola, y reguló el agua sola también, todo eso, haciendo que Samantha cerrara sus ojos.

¡! 𝐑𝐈𝐕𝐀𝐑𝐈 ─ ❛ 𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐀𝐒𝐓 𝐃𝐀𝐘𝐒. ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora