━ ❛ 05 ❜

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— Abril, se supone que debes comer algo. — Murmuró Samantha.

— Lo comeré después, ya. Pero... Tu aroma me calma, quédate. —

Samantha se ahorró el suspiro, se quitó los zapatos y se acercó a la chica con lentitud. Sus ojos se abrieron de más y su corazón latió con fuerza cuando la omega la abrazó y hundió el rostro en su cuello, llenando sus pulmones con su aroma. 

La rubia quedó sobre ella, su mejilla apoyada en su hombro, una pierna enredada en la suya y los brazos rodeando su cintura; su nariz le daba cosquillas en el cuello.

El aroma a tristeza empezó a disminuir a los minutos, el olor a flores y fresas de la omega aparecieron cuando estuvo tranquila y Samantha se sorprendió al encontrar otro aroma. 

— Miel. — susurró. — También hueles a miel... —

Abril soltó una débil risa.

— Juan decía que olía a miel sólo cuando estaba feliz... Es raro que lo sientas, ya que me siento como la mierda por dentro. —

— Ari... — Acarició su espalda suavemente. — Tú no te preocupes, tu alfa... Él te está cuidando desde un buen lugar ¿Sabes? él está velando por ti, y te espera con toda la paz y tranquilidad del mundo, puedes tomarlo con calma, él estará allí para ti. Y hasta entonces, puedes disfrutar del mundo que queda aquí. —

Abril permaneció unos cuantos segundos en silencio. 

— Voy a extrañar a Nuvia... — Murmuró.

— Puedes pasar todo el tiempo que quede con ella, no tendrá problema. —

— ¿Sabes?... Antes de todo esto... Con Juanito teníamos muchos planes futuros, pero ahora... Ya no quiero hacer nada. —

— Es algo normal sentirse así después de algo como lo que te está ocurriendo. —

— Siempre quise tener un cachorro, Samantha. — Continuó desahogándose. La enfermera la dejó hablar mientras acariciaba sus cabellos suavemente. — Juan nunca fue muy fanático de la idea de tener un hijo, aunque ya lo estaba convenciendo... —

Samantha sintió las lágrimas de la omega caer sobre su piel.

— Supongo que ahora él no va a poder conocerlo. — Una de sus manos dejó la cintura de la beta para ir a su vientre.

Las cejas de Samantha se alzaron, se giró hacia ella para mirarla, atónita.

— Abril... ¿Estás embarazada? —

La otra tembló del llanto y Rivera la atrajo más a su cuerpo como consuelo.

— No importa igual. — murmuró. — . . . Ya ni siquiera yo lo voy a conocer. —

— Abril, ¿Sabes?... Puedes vivir, por tu cachorro. —

— ¿Para que no tenga padre? ¿Para que yo no tenga alfa? ¿Para que estemos solos? — Su tono sonaba algo enojado.

Samantha suspiró mentalmente, era todo lo que un omega pensaba y sufría, por más que pudiera darle todos los argumentos y fuerzas para seguir viviendo, simplemente no podría contra la depresión de un lazo roto; así que no lo intentó, la dejó llorar.

La puerta fue tocada suavemente.

— ¿Samantha Rivera? ¿Abril? — Millaray preguntó suavemente. — Yo... Hice la cena, y ya se está enfriando. ¿Todo va bien? —

— Millaray, pasa. — Habló la castaña, irguiéndose un poco, sosteniendo a Abril junto a ella. — Pero despacio. —

La menor entró con duda, la expresión de su rostro fue de sorpresa pura al verlas compartir un nido. 

— Abril, escúchame. — Tomó sus mejillas y vio sus grandes ojos. — Debes cambiarte e irás a comer ¿De acuerdo? no puedes dejarte estar. —

Ari apenas enfocó su vista en ella un momento, su nariz se movió un poco cuando olfateó el aire, se acercó a su cuello nuevamente para oler su aroma a madera.

— Nuvia, no liberes muchas feromonas, podría afectarla. — Murmuró Samantha, esta asintió. — ¿Le traes algo de ropa? —

Millaray fue hacia los cajones, sacando un par de calzoncillos, unos shorts y una remera holgada que dejó suavemente a los pies de la cama, sin querer acercarse y perturbar el nido de su amiga.

Samantha tomó la pequeña pila y quitó la toalla que cubría la desnudez de Abril, con eso Nuvia cerró los ojos, pero la enfermera estaba completamente normal. Ayudó a la omega a pasar la remera y Abril tomó sus bragas para colocarlas ella misma, sintiéndose avergonzada de la ayuda.

Apenas terminó de vestirse se levantó con lentitud sobre sus pies y la beta se acomodó a su lado sin dudar, antes de mirar a Millaray para que fueran a la cocina.

La alfa había cocinado algo de pasta para Samantha y ella, y un té de manzanilla que sabía que Abril disfrutaba, había encontrado un mix de frutos secos que seguramente Juan había comprado y eso explicaba la expresión triste de la omega al verlos.

— En verdad no tengo hambre. — Musitó Abril.

— Tómate al menos la mitad y come algo, te acompañaré a la cama de vuelta. — Habló Samantha.

— Sabes que puedo ir sola, ¿Verdad? —

— Sabes que quieres que te acompañe. — Dijo. — Debo acompañarte. — Se corrigió. 

Abril suspiró con cansancio y tomó un sorbo de su té, pensando que debería colocarle más azúcar.

Nuvia parecía pensativa y no habló de nada a la cena, apenas y echó unas miradas a alguna de las dos, pero una parte de ella no sabía si debía quedarse o irse. 

Necesitaba su tiempo también para llorar con tranquilidad, pero también quería acompañar a su amiga. Aunque le parecía absurdo, porque para eso había contratado a Samantha. 


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¡! 𝐑𝐈𝐕𝐀𝐑𝐈 ─ ❛ 𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐀𝐒𝐓 𝐃𝐀𝐘𝐒. ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora