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— Samantha, ¿Qué hice? — preguntó Abril por tercera vez, se sentía rara por dentro, sentía que había hecho tanto pero no recordaba nada. 

Rivera se veía nerviosa, ruborizada; usando su estetoscopio para revisar sus pulmones y pulso, controlaba que su respiración estuviera normal, con la omega sentada en la cama y ella sosteniéndola mientras pasaba el frío tambor por su espalda. Prácticamente la estaba abrazando, su brazo rodeaba la cintura de la rubia, Abril apoyaba su mejilla en el hombro de la beta, mientras sus manos se aferraban a la tela de sus mangas para sentirse mejor. 

Le había llevado un vaso de gaseosa fría que había tomado de a sorbos mientras la enfermera hacía todo lo otro. 

Samantha suspiró con alivio al corroborar que todo estaba bien, finalmente apartó el estetoscopio, dejándolo en su cuello. Acomodó la ropa de la chica y se apartó para mirarla a los ojos, acercó una mano a sus mejillas para limpiar las pequeñas lágrimas. 

— Te despertaste muy agitada, Abril, estabas llorando muy fuerte. — dijo, su tono era bajo y tranquilo. — Tenía miedo de que cambiaras a tu loba y te lastimaras, porque eso solo lo empeoraría. —

— No lo hice... — murmuró, su mano fue hacia la que Sammy tenía en su rostro, buscando algo de contacto y cariño. Se sintió mejor cuando la beta tomó su mano y entrelazó sus dedos.

— No, en lugar de eso me besaste. — la mirada de la menor era tímida.

Abril abrió sus ojos ampliamente, alzando las cejas. 

— No, yo no... Lo siento... —

— Ya me pediste disculpas, ya está, por favor, deja de hacerlo. — pidió.

Abril se volvió a esconder en su hombro, apretó sus manos unidas; Samantha apoyó la mejilla sobre la cabeza de la rubia, acariciando ligeramente su cabello con esta al frotarse. 

— Abi, está bien, en serio, no me molestaré ni te dejaré sola... —

— Pero... Con solo hablarlo, lo del beso, te molestaste y te fuiste. ¿Ahora qué? ¿Renunciarás?... Lo siento. —

— No, Abril, no. Mi pequeña... — Afirmó un poco más el abrazo, pegando más sus cuerpos. — No haré eso, no me alejaré, por favor... Me quedaré contigo, sólo si me lo permites, Abril. No volveré a hacer algo así de nuevo, créeme. —

Abril controló sus lágrimas y alzó la vista para mirarla, con su ceño ligeramente fruncido. 

— Lo de las narices, lo hiciste tú ¿Verdad? ¿Eso pasó? —

Samantha se sintió nerviosa a morir y soltó lo primero que pasó por su cabeza. 

— ¿Recuerdas lo del beso esquimal y no ese beso? —

La rubia pensó que era adorable cuando entraba en pánico. Llevó su mano libre a la mejilla de Rivera y acercó su rostro para juntar sus frentes y narices, de nuevo. 

— Hazlo de nuevo... —

''Te salió bien lo de ser virgen, Samantha.'' se burló su loba. 

— Abril, mi loba me está peleando, y no me gusta. — hizo un leve mohín, mientras volvía a frotar sus narices. 

La omega rió. 

— ¿Qué te dice? — pregunta con gracia. 

— Cosas culeras que no puedo decir en voz alta. —

— A ver... — separó ese beso para ir a la oreja de Samantha. — Lobita de Samantha, deja de molestarla, ella es muy buena conmigo y me cuida muy bien, me hace sentir mejor y es un ángel, no merece que la molestes, déjala tranquila. —

Samantha sonrió cuando su loba no contestó nada.

— ¿Siempre es molesta? —

— No, en realidad era muy tranquila, nunca me molestó y casi no hablaba, pero... Desde que te conoce no deja de hablarme y tirar comentarios molestos, cosa que no hacía antes. ¿La tuya hace algo así? —

— Está todo el tiempo diciendo que eres linda y que le gustas. —

Samantha apretó sus labios en una especie de sonrisa nerviosa, y bajó su vista para no sentir tanta vergüenza al verla. 

— Está muy diferente también a como era antes. Con Juan... Nunca dijo eso, nunca estuvo tan encantada con él como lo está contigo, digamos que solo lo aceptaba... Yo lo quería más que ella, lo quiero, pero mi loba solamente lo aceptaba, sin más. Aceptaba cada cosa que hacía pero tampoco le pedía nada... No es lo mismo contigo, entonces no sé a dónde estuviste todo este tiempo, Samantha, pide cosas y le gustas, sí que te quiere. —

La beta no supo qué responder, se sentía tan halagada y hermosa por dentro al tener tantas palabras bonitas de tan bonita chica. 

— ¿Qué te pide tu loba? — Preguntó luego de varios segundos en los que Abril se había encargado de admirarla. 

— Pide amor, y cada vez que haces algo por mi se siente bien, y siente que lo cumples. La estás mimando demasiado. —

— E-estoy haciendo mi trabajo... — Los ojos de Samantha la esquivaban. 

— Eres linda. —

— Eso ya lo habías dicho... —

— Pues eres linda. —

— ¿Puedes, no lo sé, parar? ¿Por favor? porque me pone nerviosa... —

Abril rió, su risa era alegre y pura, como si fuera la de una niña, como si no hubiera nada malo en el mundo, era una lástima que fuera efímera porque podría escucharla toda la vida. 

— De todas formas yo... Yo no volveré a hacerlo, no te besaré de nuevo, lo siento. — dijo Abril, y su tono se había tornado serio de repente, Samantha afirmó el agarre de sus manos unidas. — Creo que es muy pronto como para hacer esas cosas, y no quiero quedar mal, Sammy. —

Samantha sonrió por el apodo. 

— Está bien, Abril, te comprendo, y en verdad yo... Estoy aquí por trabajo, y no me parece algo muy profesional tampoco. —

La rubia asintió, lo entendía, y también estaba de acuerdo a pesar de que le dolió. 

— Pero sé que en tus casos, necesitas amor, pequeña. Así que con todo respeto, seguiré con esos mimos que tu loba y tú necesitan. —

Abril sonrió mínimamente.

— Estoy de acuerdo. —


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¡! 𝐑𝐈𝐕𝐀𝐑𝐈 ─ ❛ 𝐎𝐔𝐑 𝐋𝐀𝐒𝐓 𝐃𝐀𝐘𝐒. ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora