🍃 Capítulo 28 🍃

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● La dura realidad.

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Maratón 3/3

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● OWEN

—Así me gusta, Owencito, que obedezcás...

—Es la primera y última vez que haré ésta mierda por vos ¿lo entendés? —dijo firme y claro al mismo tiempo que se bajaba de la Harley del rubio, quien sonreía con petulancia—. No voy a exponerme, no por vos.

Le arrojó la bolsa que contenía ciertos tipos de estupefacientes ilegales a Jasón quien a duras penas la pudo coger al aire y miró furioso al pelinegro.

—Atascate todo lo que querás, pero ya dejame tranquilo.

—Tené más cuidado, idiota ¿tenés idea de cuánto vale cada una?

—No y tampoco me interesa, solo aléjate de nosotros.

Dio media vuelta y empezó a alejarse del rubio, reacomodándose la capucha de su sudadera.

—Volverás a saber de mí, fenómeno, eso tenlo por seguro.

Se detuvo al escuchar esto, pero enseguida el rugido de un motor y el chirrido de unos neumáticos le hicieron saber que el rubio se había alejado. Suspiró con pesadez y siguió caminando, sí o sí debía ponerle un alto a Jasón sino quería verse metido en problemas más graves con la justicia, pero debía hacer algo que hiciera que Jasón cerrara la boca definitivamente, pensando en esto, caminó hacia el parque donde había quedado en verse con la morena para llevarla a casa.

Puso su mejor cara para ella cuando la vio de espaldas mientras lo esperaba. Sonrió deslumbrado, sentía cosas dentro de él, a lo mejor eran las tan mencionadas mariposas en su estómago, o lo que sea que fueran, solo Saskia lo provocaba.

Se acercó a ella y la observó con una enorme sonrisa, se posicionó a su espalda y carraspeó.

—¿Qué hace una chica tan hermosa como usted en este lugar? —la morena lo enfrentó y se encogió de hombros.

—Esperando a un tarado muy impuntual ¿Por qué?

—¿Llevas esperando mucho?

—Media hora, Owen ¿Por qué no respondías el celular? Pensé que no vendrías...

Owen la interrumpió al tomar el borde su chaqueta de mezclilla y tirar de ella para acercarla a él y besarla. Suspiró en su boca, era como si en los labios de la morena encontrara paz, como si estuviese en casa.

—Lo lamento, de verdad. —se excusó al separarse.

—Si me piensas callar de esa forma, me veré en la obligación de echarte pleito hasta porque voló la mosca ¿eh?

—Yo encantado de callarte a besos.

Le dejó un beso sobre su nariz respingada y emprendieron su camino hacia el hospital. Tenían planeado pasar la tarde con Janeth, para que ambas se conocieran mejor, así que debían pasar a recogerla.

Tomados de las manos, platicaban, bromeaban y reían entre ellos. Owen siempre que tenía la oportunidad, la observaba, era como si quisiera grabarse el rostro de Saskia, su sonrisa y cada uno de sus gestos.

Frente al hospital, una chica delgada, de piel muy blanca, con pecas sobre su cara y un pañuelo rojo con estampados sobre su cabeza, los esperaba. Al ver a Owen, Janeth se alegró y casi corrió hacia él, obligándolo a estar preparado para recibirla.

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