🍃 Capítulo 12 🍃

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● Puñetazo nivel vengadores.

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SASKIA

Miraba hacia la puerta por donde había salido Owen a toda prisa, con mucha confusión.

Todo había sido muy extraño.

Ni siquiera la dejó responder, tomó su mochila y se fue sin decir más nada, huyendo como si ella fuese a hacerle algo.

—¡¿Qué le pasa?! Este imbécil me va a volver loca. ¡agh!

Soltó un suspiro y rascó su cabeza pensando que Owen era muy extraño.

Miró de nuevo a su alrededor y caminó hacia donde estaba anteriormente el pelinegro. Curioseó dentro del baúl. Miró la guitarra y pasó sus dedos sobre esta. Era roja con acabados negros. Las cuerdas eran metálicas. Cerró el objeto de madera y suspiró de nuevo.

Recordó al chico minutos antes. Se veía tan diferente. No parecía el Owen serio, amargado y displicente. Al contrario, en su rostro vio una calma y felicidad que nunca había visto. Tenía una minúscula sonrisa en su rostro, pero eso fue lo sorprendente, que el pelinegro estaba sonriendo, jamás lo hacía, Saskia muy, pero muy pocas veces lo había visto sonreír y cuando lograba ver este acontecimiento, se quedaba atónita, es que siempre su cara era inexpresiva, ni cuando Jasón lo molestaba en su cara se cruzaba ningún tipo de expresión, menos una sonrisa.

Pero en ese momento, justo en ese momento fue como si había dejado volar a los pájaros en su cabeza, como si se hubiese decidido entrar a su corazón y por ende sentir.

Para Saskia fue muy gratificante observar a Owen en esos cortos minutos sumergido en su propia burbuja y no supo que pasó, pero el enojo que tenía contra él por el enfrentamiento de días atrás, desapareció enseguida. Sonrió al verlo, sobre todo, cuando escuchó la música y el corazón le brinco tan bruscamente y por un momento, por un pequeño instante, sintió que era para ella, por eso había tenido el valor de preguntar, creyendo que el chico se abriría con ella y le diría, pero claro, había olvidado que era a Owen a quien le preguntó, el chico más misterioso y hermético que había conocido nunca. Se sintió mal cuando éste la miró y su felicidad desapareció en seguida.

En ese instante se arrepintió mucho de haberlo seguido. De haber entrado, pensó que ella era una de las personas que molestaban al pelinegro y ese pensamiento se instalaba más en su interior. Por algún motivo, no quería ser una de las personas a las que Owen repudiaba, pero al parecer, por milésima ocasión, cualquier cosa o cualquier persona era mejor compañía que ella.

Suspiró de nuevo y dispuesta a marcharse del salón, se puso de pie, fue en ese momento que miró una libreta. Frunció su entrecejo y la tomó. La pasta era azul y tenía varios dibujos de instrumentos musicales y algunas constelaciones. Curiosa, ojeó entre las hojas donde había más dibujos, estos no eran de instrumentos sino de un pequeño como de entre uno y tres años, una familia muy sonriente y lo que parecían acordes musicales.

Para la chica era muy extraño, sin embargo, siguió de curiosa.

—«¿Amnesia?» —leyó e intentó rebuscar en el interior de su mente una canción con ese nombre, pero no consiguió nada. Miró de nuevo la libreta y pasó otra página—. «Destino» ¿Por qué tiene estas cosas? —se preguntó—. «Aún recuerdo la primera vez que te vi. Sin quererlo ahora mi mundo gira alrededor de ti.» —leyó y notó que bajo de estas líneas había más acordes—. No entiendo nada... ¿acaso Owen escribe canciones?

La idea la tomó por sorpresa. Abrió sus ojos ante esto. Era algo que jamás había esperado. Sin embargo, sonrió y siguió de fisgona mientras caminaba para salir del salón.

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