🍃 Capítulo 45 🍃

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● De nuevo dentro de la pesadilla

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● OWEN

Abría sus ojos mas no se levantaba de la cama.

Pasaba horas en ella viendo hacia el techo, se levantaba nada más que para lo necesario.

Tenía dos días sin comer y es que no le daba hambre, no cuando sabía que había dejado a Saskia, a su familia y que muy seguramente les había hecho mucho daño con su decisión, pero era lo mejor que podía hacer, por seguridad de ellos y por el bienestar propio.

Había dejado el celular que Franco le había regalado sobre la mesita de noche bajo la nota en la que se despedía de ellos, les agradecía y prometía ponerse en contacto en cuanto llegara a su destino. Le dejó a Janeth su preciada Adalia, le pidió que cuidara de ella hasta que él regresara y solo así, se marchó.

Miró la caja donde guardaba todas las púas que Saskia le había obsequiado en ese tiempo que estuvieron juntos, pero la dejó bruscamente sobre la mesa pues no quería pensar en ella, no quería hacerlo porque sabía que echaría todo al caño y regresaría con ella, y no quería, no porque no estaba bien, mentalmente no lo estaba.

Tomó el portátil y se metió en la página web del aeropuerto para ver los vuelos, era la temporada en la que todos pretendían volar y pasar en familia, así que los vuelos hacia Santa Harkness se habían agotado, pensó que ese día tendría suerte, pero casualmente una tormenta se había desatado y habían cancelado los vuelos. Maldijo y cerró el portátil.

No quería seguir un segundo más en New Ágata. Tenía que alejarse lo más pronto posible. Pensó en que, si la tormenta no pasaba, sin importar que perdiera el vuelo, buscaría otro hacia otro lugar, aunque le tocara desde cero. Al menos en Santa Harkness su madre tenía familia, por así decirlo. Era una amiga que había conocido en la secundaria y que juntas fueron a la universidad, se alejaron porque se casaron y ella se mudó lejos al igual que su madre quien vivió un tiempo con Logan en Londres y cuando se embarazó de Owen, viajaron a Santa Harkness y, por último, se mudaron a New Ágata para que meses después, su padre y hermano murieran.

Pero así era el destino ¿cierto? Un bromista que le gusta jugar a costa de los más débiles.

Hermione Jones era una mujer amable, no quería molestarla, pero se veía sin opciones. Esta mujer tenía una hija, una hermosa pelirroja llamada Stacy, era igual de amable, y tenía años de no verla. Casi, casi se criaron juntos, pero perdieron comunicación, no sabía que era de ella, y al parecer, el destino quería que Owen siguiera sin saber de ella.

Pasaba el día con la guitarra que era de su padre. Tocaba para pasar el tiempo. Muchas de las canciones que tocaba eran pensando en esa morena que lo había hechizado desde el primer momento en que sus ojos se posaron sobre ella. Esa morena que le hacía sentir demasiadas cosas y que dudaba que algún día dejara de sentirlas.

A veces se recostaba y gracias a que no podía dormir, tomaba píldoras para esto. Una noche donde una tormenta azotó con fuerza la casa, miraba con atención el frasco de pastillas, tenía pocas, pero suficientes como para ponerle fin a todo. Miró su brazo y recordó las veces que intentó hacerlo y, por último, pensó en Saskia. Entonces supo que no era lo que en ese momento quería.

Se puso de pie y con brusquedad tomó el frasco, caminó hacia el baño y tiró todas las píldoras por el inodoro para después aventar el frasco hacia la pared. Se sentía desesperado, quería que todo acabara, solo quería estar con ella. Casi se dejó caer en la pared cuando sintió aquel cosquilleo en la punta de sus dedos y en el cuero cabelludo, poco a poco iba deslizándose hasta que se sentó en el piso, poco a poco sentía la presión en su pecho por lo que cerró sus ojos y se esforzó por mantener la calma para evitar un ataque de pánico. Recordó cada palabra que Deaton le había dicho al enseñarle sus ejercicios de respiración, así como recordaba cada momento con la morena. Fue así como Owen, con dificultad consiguió empezar a regular su respiración, cuando lo consiguió por completo no puedo evitarlo, rompió a llorar, esa noche Owen lloró como nunca antes.

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