🍃 Capítulo 03 🍃

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● Mecanismo de defensa

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● OWEN

Se centraba en el dibujo, no era un experto en eso, lo era más con Adalia —su guitarra— sin embargo, no podía llevarla al instituto así que se refugiaba en sus dibujos para sentirse en paz o se escabullía al salón en el tercer piso, donde dejaban lo que ya no servía, siempre y cuando no hubiese nadie.

Enfocó su atención en sombrear y darle forma al pequeño que tomaba la mano de su padre. Ese dibujo le había tomado días y largas horas, sin embargo, se esforzaba en cada dibujo. Cuidaba esa libreta como su más grande tesoro, pues en ella yacían sus más grandes e importantes recuerdos.

Esos que le alegraban el alma, como aquellos que le rompían cada vez más.

Las fechas importantes yacían en esa libreta, algunas de las pocas fotos que pudo quedarse y las letras que de vez en cuando se le ocurrían en momentos tristes, o cuando veía a cierta chica morena.

Siempre pensaba en como su vida había cambiado en una sola noche. En un abrir y cerrar de ojos lo había perdido todo y él había salido ileso, era eso lo que le dolía más que cualquier cosa, a pesar de los años que habían pasado, no lograba superar su pasado.

Vivía una y otra vez cada momento doloroso gracias a esas pesadillas que lo atormentaban por las noches, dormir se le había hecho muy complicado, sin embargo, gracias a su hermana, Janeth, conseguía dormir, pues ella le platicaba sin parar de sus series coreanas hasta que él se quedaba dormido. Por supuesto, no era mucho lo que dormía, solamente tres horas, pero eso era mejor que nada.

Sus padres adoptivos le preguntaban cada mañana si estaba bien, a lo que el respondía con una mentira con la intensión de no preocuparlos. Lo único que él anhelaba era el momento de reencontrarse y vivir de nuevo con su madre y superar juntos esos recuerdos dolorosos.

«—Mira quien está aquí —su madre le sonrió mientras cargaba a un pequeño ser entre sus brazos—. Él es mateo. Acércate, Owen, ven a conocer a tu hermanito.»

Sintió su pecho comprimirse cuando el recuerdo del día en que nació su hermano vino a su mente y ejerció más fuerza hasta que la mina del lápiz se rompió. Soltó un suspiro y cubrió su cara con su mano izquierda para después llevarla a su mata de cabello azabache y sus dedos se enredaron en sus rizos. Miró hacia el cielo por un momento hasta que decidió que dejar el dibujo para después era lo mejor. Puso la libreta a un lado, tomo sus audífonos y los conectó a su celular para luego buscar la aplicación de música y le dio play a una con la que se identificaba por completo.

«Jet Black Heart de 5 Seconds of Summer»

Era una de sus bandas favoritas y esa, su música favorita. Recostó su cabeza en el tronco del árbol donde su espalda descansaba, un enorme roble que había llamado su atención desde que Nicole —su madre adoptiva— lo llevó hasta el instituto para mostrarle lo que sería su casa de enseñanzas. Decidió nombrarlo Pascual.

Llevaba meses en ese lugar y cada día odiaba a todos sus compañeros —o a la mayoría— en especial a esa bola de ineptos que se creían mucho por jugar en el equipo de baloncesto, mismo que lo molestaban.

La señorita Brown, o en todo caso, una simpática chica de cabello castaño y parecido al de su hermana, le pidió a Brown que lo incluyera en su equipo, al principio Owen lo dudó, pero no tenía más opciones así que al final aceptó.

Admitió que la castaña era muy linda y amable al igual que sus amigos peculiarmente extraños, un rubio y una chica que tenía el cabello teñido de azul y que hablaba hasta por los codos, de resto eran otras dos chicas quienes, al verlo enseguida demostraron su descontento.

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