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MARTIN
Ya llevamos unos cuantos días en Madrid ya que las vacaciones acabaron y a diferencia de otros años, esta vez estaba feliz.
Feliz porque ya no tendría que verle la cara casi todos los días a Lucia, y no es que no quiera, es que lo necesito, porque verla y no poder estar con ella me dolía.
Feliz porque la relación con mi padre va cada vez mejor desde que mi madre contó lo que había sucedido verdaderamente.
Además cuando llegamos a Madrid entre mucho mas en el mundo de las carreras y luego de planteármelo un montón me compre una moto, después de todo ahora que cumplí los diecisiete comienzo a ser parte de la empresa de mi padre y con ello a ganar un poco de dinero cada que vaya a reuniones y tal.
Estaba jugando un poco al futbol con Mateo en el patio cuando sentí que se abría la puerta que deja entrar a casa. Mire a ver quien era y para mi mala suerte era ella, Lucia.
Llevamos una semana en Madrid y Clara ya la trae aquí, cual es la fascinación de las chicas de juntarse cada dos segundos con sus amigas, ¿A caso no conocen las videollamadas?
— Parece que a alguien no le ha gustado mi visita. — dijo lucia una vez se sentó en los sofás que tenemos en la terraza junto a Clara.
— No me busques. — dije un tanto ardido.
— No te busco, ya madura de una vez.
La mire con enfado y luego de respirar hondo me decidí a irme, ya que no soportaría seguir jugando con mateo mientras estas dos se contaban como Lucia estaba con Fernando.
— Tin no te vayas. — dijo Mateo con un puchero al ver que le dejaba solo con el balón.
— Tengo que hacer cosas peque, pero mañana prometo llevarte al parque a que juguemos solo tu y yo. — le dije acercándome a su altura.
— Bueno... — dijo él dándome un abrazo y luego entrando mas rápido que yo a casa para seguramente jugar con sus juegos.
— No hace falta que te vayas, nosotras nos iremos a mi cuarto ahora. — dijo Clara una vez pase por su lado.
— Nono, tranquilas que os dejo toda la terraza para ustedes. — dije sarcástico y luego entrando a casa.
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