35. Pánico

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Nunca había sido una persona religiosa. Mis padres realmente no se molestaron en enseñarme más allá de que Dios existe y nos cuida desde el cielo, ellos tampoco eran del tipo de personas que van cada domingo a la iglesia por lo que me limité a ir a la misa anual de navidad y normalmente no prestaba mucha atención porque me la pasaba jugando cartas a escondidas con Germán.

En éste momento de mi vida, llegué a pensar que Dios me estaba castigando por jugar cartas en la iglesia en vez de escuchar el sermón del pastor.

Miré hacía la parte trasera del asiento frente a mí, ocasionalmente mi secuestrador movía la palanca de cambios, pero estaba totalmente callado. Así que cerré mis ojos durante unos segundos y dije una oración en silencio. Oré porque tenía miedo, oré porque quería ser perdonado, oré porque quería ver a mis padres una última vez, oré porque quería oír la voz de Emilio una vez más, pero sobre todo oré porque no quería morir.

Abrí los ojos y por un momento no pude ver nada porque las lágrimas obstruían mi visión, traté de secarlas con el asiento cuándo un nuevo tipo de ceguera me atacó, era el reflejo de un objeto brillante, miré a Mauricio un segundo y luego mi mirada viajó hacía el suelo del auto, escondido casi debajo del asiento estaba mi celular.

Dios no me estaba castigando, me estaba ayudando.

Con cuidado empecé a mover mi pié izquierdo debajo del asiento esperando no hacer ningún ruido que llamara la atención de Mauricio. Me paralicé cuándo dió una vuelta brusca haciendo que el celular patinara por la alfombra.

— ¡Maldita sea! ¿Porqué hay tantos jodidos policías por todas partes? – gemí y me retorcí tratando de liberarme cuándo lo escuché, si había policías cerca tal vez podría llamar su atención a través del vidrio, pero me detuve cuándo noté el cañón de un arma justo entre mis ojos — Más te vale que te quedes abajo y calladito ó terminaré ésto aquí y lanzaré tu cuerpo en la autopista.

Me quedé quieto porque estaba tan asustado que probablemente si me movía sólo sería para hacerme pis en mis pantalones ¿Cómo demonios llegué a éste punto? Yo estaba bien y feliz ésta mañana, incluso optimista sobre mi futuro y ahora estoy en la parte trasera de un auto, amordazado y atado con varias capas de cinta aislante mientras un tipo me apuntaba con una pistola entre los ojos. Eventualmente él retiro el arma (después de lo que parecieron años) y yo sólo pude llorar desesperadamente con el pensamiento en mi cabeza que iba a morir, tal vez más tarde que temprano, pero él estaba decidido a terminar con mi vida.

Usando mi sentido de auto preservación (tal vez) me moví incómodamente en el asiento y ahora con más determinación moví el celular por el suelo hasta que estuvo lo suficientemente cerca para tomarlo entre mis dos pies, pensé durante un segundo aproximadamente cómo haría que el celular llegara a mis manos, pero entonces Mauricio aceleró y caímos en un hueco lo que hizo que saltara completamente del asiento, aproveché el impulso e hice volar el celular hasta que cayó en mi estómago, rápidamente rodé un poco en el asiento y me recosté sobre él justo cuándo Mauricio se daba la vuelta para comprobarme, mi corazón martilleaba demasiado rápido y mis ojos estaban muy abiertos con rastros de lágrimas en mis mejillas, esperaba que él asociara mi estado con el miedo de que me estaba secuestrando y no el miedo de que me atrapara.

Me levanté lo suficiente para que el celular se deslizara en el asiento por el movimiento del auto, casi me puse a llorar una vez más cuándo lo tomé entre mis manos. Cómo pude me concentré en encontrar el botón de desbloqueo y recé para que mi cerebro pudiera introducir la clave de manera inconsciente, pero otra vez me paralicé cuándo sentí el auto detenerse, maldije internamente y tan rápido cómo pude intenté llamar a emergencias, pero estaba tan frenético porque Mauricio estaba saliendo del auto que no podía prestar atención a quién estaba llamando ó si de hecho estaba llamando.

Inked Love // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora