28. Era, Es Y Siempre Será Mío

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Todo me dolía cómo la mierda.

Ojalá pasara cómo en las películas y perdiera el conocimiento por 1 semana, tal vez así no me dolería tanto todo. Pero la realidad es que el auto golpeó directamente a la puerta del piloto y la bolsa de aire si se disparó ésta vez (gracias a Dios) lo que evitó que me golpeara más de lo necesario, después de todo el auto que me golpeó puso el freno y el daño no fué más allá de una hemorragia nasal y un montón de magulladuras en todo el cuerpo.

Emilio estaba histérico, trató de empujar a los paramédicos y a los policías así que lo esposaron e iban a llevarlo a la estación de policía, pero entonces yo comencé a alterarme y lo soltaron para que pudieran atenderme con calma. Ahora tomaba mi mano mientras un paramédico tomaba mi presión sanguínea.

— ¿Te duele la cabeza? — preguntó y yo asentí — lo imaginé, te diste un golpe muy feo ahí. Te daré un analgésico.

— Gracias — el hombre me dió una pastilla y una botella de agua, Emilio por su parte estaba muy callado y no había soltado mi mano desde que lo dejaron acercarse. Sólo se movió para revisar el golpe en mi nariz que estoy muy seguro de que empezaba a ponerse morado, así que hice una mueca y me alejé de su contacto.

— Lo siento — solté un suspiro y me acerqué a él, quién me envolvió entre sus brazos inmediatamente — Nunca había estado tan asustado, Joaco.

— Yo nunca había estado tan adolorido ¿podemos irnos? — él asintió y me ayudó a levantarme, Emilio se acercó a uno de los policías que lo habían arrestado y le preguntó que si ya podíamos irnos, el hombre dijo que debíamos esperar a la grúa que remolcaría el auto, aunque protesté porque el auto estaba funcional a excepción de la puerta del piloto que había sido destrozada. Le anoté la dirección a la que debían llevar el auto y se la dí al policía que al ver mi cara de cansancio no se pudo negar, luego le dije a Emi que buscara un taxi aunque no fué necesario porque uno de los policías se ofreció a llevarnos, su apellido era Dick, lo cuál era bastante gracioso — ¿Estás bien?

— ¿Que si yo estoy bien? Jesucristo Joaco, acabas de tener un accidente ¿Cómo me preguntas eso? ¿Cómo estás tú? —rodé los ojos, pero no pude evitar acurrucarme junto a él en el asiento trasero del auto.

— No me preocupo por mí porque sé que estoy bien, pero de tí no sé nada, has estado actuando extraño y estás muy callado — él no se apartó, pero no me abrazó, parecía medio paralizado, así que no dije más nada en el trayecto hacía mi casa que no duró demasiado. Le dí las gracias al oficial por traernos a casa y luego caminé tan lento cómo una tortuga, de verdad no quería hacer frente a mi madre estando así todo magullado y adolorido.

Mi madre salió alegremente de la cocina, pero soltó un grito cuándo vió mi cara, probablemente me veía peor de lo que imaginaba, después de todo me había golpeado muy fuerte. Emilio corrió a tranquilizarla y a contarle todo lo que había pasado mientras ella lloraba y me abrazaba lo más fuerte que podía hasta que me quejé de dolor y me soltó dispuesta a prepararme un té de manzanilla que rechacé.

— Sólo quiero descansar — miré a Emilio que empezaba a ponerse la chaqueta para irse y entré en pánico — ¿Podrías ayudarme a subir las escaleras?

— Claro — no tardó mucho en alzarme cómo si fuera un bebé, mi madre nos siguió para asegurarse que estaba bien y no me faltaba nada, pero le hice señas para que me dejara a solas con él. Emilio me depositó en mi cama y acomodó las almohadas para mí, pero yo me senté y me moví hasta el borde de la cama cuándo noté que se alejaba.

— No quiero que te vayas — murmuré tomando su mano que engullía perfectamente la mía más pálida y pequeña, él no parecía muy convencido con quedarse, pero no hizo falta preguntarle dos veces — Hablame, Emi.

Inked Love // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora