24. Cena

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Emilio estaba al borde del pánico. Él dice que no, pero puedo verlo en la forma en la que mira a todas partes y se arregla constantemente el cuello de la chaqueta, cómo si eso impidiera que mis padres vieran sus tatuajes, enserio era hilarante.

— Tranquilízate — le dije mientras lo guiaba a la parte trasera de la casa, mi madre estaba arrodillada frente a un grupo de tulipanes que eran su orgullo y mi padre podaba los arbustos al otro lado del jardín. Mi corazón dió un salto porque ellos eran demasiado lindos, cómo un anuncio de revista de la pareja perfecta.

Desde hace unos años mis padres comenzaron a querer un lindo jardín que cuidar, supongo que después que los niños crecen los padres no saben qué hacer con tanto tiempo libre en sus manos así que empiezan a tener ésta clase de actividades de fin de semana.

De pronto un remolino de pelo marrón y negro salió disparado de quién rayos sabe dónde y se lanzó sobre Emilio lamiendo su cara que probablemente aún olía a torta de chocolate.

— ¡Zeus, no! — solté una carcajada al ver cómo Emi intentaba quitárselo de encima mientras trataba de que no lamiera su boca — ¡Basta! Eres un perro malo.

— ¿Qué le das de beber? ¿Redbull? — preguntó cuándo vió que el perro se alejaba saltando por todo el patio persiguiendo una pequeña ardilla, no pude evitar reír y luego miré a Emilio que me sonreía abiertamente.

— Ese perro siempre ha estado chiflado — ví a mi padre quitarse los guantes de jardinería y acercarse, también ví la sonrisa de Emi flaquear, pero la mantuvo lo mejor que pudo —¿Quién es tu amigo, cariño?

— Oh, él es Emilio; Emilio éste es mi padre — ambos se dieron la mano y noté la postura rígida de Emi — Y creo que ya conociste a mi madre.

— Claro, un placer señor y señora Bondoni — mi padre asintió y se alejó un poco para buscar su vaso olvidado de limonada mientras mi madre se acercó a Emilio para empezar una de sus interminables conversaciones.

— Por supuesto, querido ¿de dónde se conocen ustedes dos? — empecé a jalar a Emilio hacía adentro antes de que mi madre empezara su interrogatorio, pero ella lo notó y me dió la mirada asesina de "ni se te ocurra"

— Bueno, trabajamos juntos — ella sonrió cálidamente para darle confianza.

— Oh, así que eres un...

— Mamá — advertí, pero ella pareció no notarlo.

— Tatuador — respondió Emilio con el ceño fruncido, casi cómo si desafiara a mi madre a decirle lo mal que estaba con su elección y de un modo lo entiendo ya que él no se apegaba a los parámetros aceptables impuestos por la sociedad y sí, tal vez mi madre se veía cómo una de esas mujeres de los suburbios que no sabe más que juzgar a otros, pero en realidad aunque normalmente no estaba de acuerdo con ciertas cosas de los jóvenes de hoy y fuera bastante conservadora, ella jamás se apresuraba a juzgar, siempre esperaba lo mejor de las personas y eso es algo que admiraba.

— Oh, entiendo ¿Te gustaría quedarte a cenar, querido? —Emilio parecía perdido por la propuesta y me miró buscando apoyo así que le sonreí tranquilizadoramente y asentí, luego él miró a mi madre y asintió casi con miedo. Mi madre no hizo otra cosa que sonreirle y luego caminó hasta sus tulipanes para continuar con su labor, mi padre se mantuvo al margen cómo siempre, pero cuándo lo miré me dió una pequeña sonrisa y me guiñó un ojo.

— Ven — llevé a Emilio a la cocina para preparar un poco más de limonada para mis padres — Te dije que no te morderían.

— Son agradables — dijo sentándose en la pequeña mesa de la cocina.

Inked Love // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora